la suerte contraria
El defensor del periodista
Se trataba de llevar el periódico a las redes, no de llevar las redes al periódico
Tenía razón Pío XIII
Nunca crean a un mentiroso
Está bien que haya un defensor del lector, no está mal, entra dentro de lo aceptable. Tiene sentido contar con una figura que canalice las quejas y sugerencias de los lectores, que vele por que los contenidos publicados sean éticos, veraces y que cumplan con ... los estándares que nos marcamos. Sabemos hacerlo solos, pero no entraremos en batallitas de niños tontos. Eso sí, sucede que, por los mismos motivos, echo en falta a un defensor del redactor, del columnista, alguien que sea capaz de decir a los lectores: «Miren, no tienen ustedes razón». Se extraña una figura que vele para que los comentarios de los lectores a las noticias digitales –contenidos, al fin y al cabo, publicados también por la cabecera– sean igual de éticos, de veraces y que cumplan con los mismos estándares que se exigen al periodista. O que cumplan, al menos, las normas de cortesía, que es algo que no depende de nada y que supone un mínimo exigible para empezar a hablar. No digo ya que no nos insulten, que no incurran en delitos de injurias y calumnias o que no amedrenten al personal. A estas alturas eso ya da igual. Tampoco pido que no sean propagandistas de un partido ni que no utilicen el presupuesto ingente que el editor dedica a atraer a lectores a un contenido de calidad para que el que finalmente llega acabe por encontrarse, de paso, con lo contrario. Tampoco que no se utilice la voz que se les da para fines contrarios a los del periódico, que no son otros que contar la verdad y no ponerla al servicio de nadie; ni que no se intoxique la conversación pública con 'fake news', desinformación y argumentarios de parte.
Pido algo menos ambicioso: que se asegure que los comentarios cumplen unos requisitos mínimos de relevancia, interés, calidad u oportunidad, es decir, que se aplique la misma lógica que a las cartas al director de la edición de papel. Y, por supuesto, que vengan con nombre, DNI y certificado de penales. Comentar en ABC no es un derecho sin más. Hasta en el ágora se exigía guardar las formas para poder participar. Y son esas formas las que sostienen la democracia.
De poco sirve plantarnos contra los intentos de censura sanchista si no nos plantamos a la vez contra los intentos de censura de los lectores, con el 'bullying' sistemático de algunas cuentas, con su presión diaria para que escribamos lo que ellos quieren que escribamos y que, desde luego, es de lo único que no voy a escribir. Se trataba de llevar el periódico a las redes, no de llevar las redes al periódico. Y sucede que, por muy poco dinero, quien lo desee puede tomar hoy el control de los comentarios de un periódico a través de treinta cuentas y trasladar un estado de opinión espurio a los lectores. Si realmente queremos ver dónde empieza la desinformación, quizá no debamos mirar solamente fuera. En ocasiones la estamos dejando entrar nosotros, los mismos medios que tenemos como principal misión la contraria, lo que no deja de ser algo así como protegernos del sanchismo financiando a Sánchez.