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LA SUERTE CONTRARIA

Narciso en el Manzanares

No existen la resistencia perpetua ni el éxito constante. Todo éxito es provisional y el mundo no se divide en ganadores y en perdedores

Crítica de la razón impura

Recuperar la dignidad y la memoria

José F. Peláez

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No hay final más perfecto para Narciso que ahogarse en un baño de masas. La imagen sirve con independencia de la decisión que tome nuestro presidente fijo discontinuo. Si se queda, lo hará sepultado por toneladas de vergüenza ajena. Si se va, lo hará ... arrastrado por el chorro que sale de la compuerta de esa presa llamada Ferraz, un embalse del Plan Badajoz con su culto al líder, sus planteamientos abiertamente fascistas y esas corrientes subterráneas tan peligrosas de los pantanos. El ahogamiento ha tenido lugar este fin de semana, con Pedro mirando esa paletada que le han montado a medio camino entre el cumple de Kim Jong-un y la llegada del alcalde en 'Amanece que no es poco'. Honestamente, después de eso ya da igual lo que haga. El daño está hecho. Comenzó él mismo con esa carta fuera de lugar, no solo para el presidente del Gobierno de una democracia occidental sino para cualquier persona con más de quince años y de quince lecturas. Siguió con la payasada peronista de darse cinco días para que el pueblo saliera a la calle a gritarle: «¡Franco, Franco, Franco!». Pero la gente ya no quiere ser extra de escenitas del No-Do y prefirieron, qué sé yo, pelar patatas. Y del resto se han encargado sus enemigos, esos que han sido incapaces de decirle la verdad, que no han tenido el valor de advertirle de su deriva y que ahora levantan el puño y se reparten sus túnicas ofreciéndonos escenas como de boda a última hora, cuando el padrino se pone la corbata en la frente y canta 'Gavilán o paloma'.

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