la suerte contraria
El catolicismo protestante
La extrema derecha es el caballo de Troya del protestantismo evangélico que pretende acabar con nuestras raíces católicas
Koldocracia
Fiebre del sábado noche
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónMilei (que está abandonando el catolicismo para hacerse judío) comienza a emular las prácticas salvajes de Bukele (protestante). Trump (protestante) y Bolsonaro (protestante) miran y asienten. En Europa, el holandés Geert Wilders (protestante) gana las elecciones. Alice Elisabeth Weidel (protestante) lidera Alternativa por Alemania y ... Orbán (protestante) es primer ministro de Hungría. En Suecia, Jimmie Akesson (protestante, creo) es segunda fuerza. Y mientras tanto, el españolito católico los mira y, por algún extraño motivo, cree que son los suyos. No me pregunten, yo tampoco lo entiendo.
Porque frente a lo que muchos pueden pensar, el judaísmo y el protestantismo no son más o menos lo mismo que el catolicismo, una cosa parecida, similar, como primos segundos. En absoluto. Tenemos poco que ver. Yo respeto las creencias de cada uno, por supuesto. Y como católico, defiendo la libertad de culto. Pero el puritanismo protestante no solo no cree en esa libertad, sino que arma un discurso que pretende expulsar a los que considera pecadores fuera de sus comunidades. Quiere echarlos a los arrabales, aislarlos y encastillarse en sus barrios-fortaleza, limitando el encuentro con el otro y, por extensión, con la obra de Dios. Un católico no solo acoge al pecador, sino que comienza la misa reconociendo ante toda su comunidad que el pecador es él. Y sobre esa base se sigue.
Por eso es tan difícil conjugar lo católico y lo protestante, es decir, la versión reaccionaria del cristianismo. Cuando además se junta con la extrema derecha, que es casi siempre, combina el tradicionalismo mal entendido con esa política del miedo basada en la 'ley y el orden'. Y ahí entra la guerra cultural. Ese aislacionismo que ve al diferente como enemigo acaba creando un fuerte sentido de comunidad, de paraíso a proteger, que engancha con el nacionalismo. Que, repito, a mí las creencias de cada cual me parecen genial. Pero es que los católicos consideramos que el mensaje de Jesús es universal, que todos somos hermanos y que estamos aquí para amar y ayudar al prójimo. También al prójimo culturalmente diferente, a ese al que los guerrilleros culturales excluyen intentando trasladar el mensaje de que la única manera de ser un buen creyente es seguir a pies juntillas su batiburrillo moral-reaccionario-nacionalista.
La extrema derecha es el caballo de Troya del protestantismo evangélico que pretende acabar con nuestras raíces católicas. Por eso es tan importante que Vox se defina, entienda que no tiene nada que ver en esa Internacional Cafre y quizá sí con la visión de Le Pen o de Meloni, más ancladas en los problemas de inmigración y en el proteccionismo que en las monsergas morales anticatólicas. Puestos a elegir, prefiero a un Vox libre que a uno que dependa de los que, a través del señuelo cultural buscan un cisma dentro de la Iglesia. Así que les toca elegir. Y el resto a mirar. Españolito que vienes al mundo te guarde Dios. Una de las dos ultraderechas ha de helarte el corazón.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete