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la tercera

El maridaje más peligroso

Aunque se negaba a cambiar Puerta de Hierro por La Habana, como le pedían sus nuevos acólitos (casi todos ellos eran renegados del Partido Comunista), Perón permitía que nacionalismo y marxismo –eternos rivales en el Viejo Continente– se mezclaran naturalmente en las venas de las nuevas generaciones latinoamericanas

jorge fernández díaz

El comienzo de esta historia se sitúa en 1945, cuando el general Juan Domingo Perón se encuentra con la enorme comunidad italiana en la Argentina y les confiesa: «Yo me propongo imitar a Mussolini en todo, menos en sus errores». El final acontece alrededor de ... 1975, cuando la guerrilla peronista, inspirada en la doctrina de su rancio caudillo y a la vez en la flamante revolución cubana, institucionaliza como metodología el crimen político y desata un baño de sangre. Es en medio de aquella gran tragedia, y de la meteórica transformación de jóvenes ultracatólicos en revolucionarios militaristas y sacrificiales, bruscamente inflamados por la lucha de clases y el culto a la muerte, que un lúcido testigo presencial sugiere para ellos una definición reveladora: 'Fascistas de izquierda'. En su clásico ensayo 'Montoneros: la soberbia armada', el brillante periodista Pablo Giussani añade de paso otro momento crucial: durante su confortable exilio franquista en Madrid, el viudo de Evita y vecino de Ava Gardner le dice a un célebre historiador que seguía subyugado por el experimento de Mussolini. Ese experimento se denominaba 'el socialismo nacional'. No confundir con el nacional socialismo, o sí: el orden de los factores no afecta el producto.

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