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LAPISABIÉN

La procesión

Aquel sábado de este mayo

La vaticanista

El Bombillo

Jesús Nieto Jurado

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Fue Jueves y Viernes Santo en Roma. España dejó a la ciudad y al mundo tres maravillas, tres, que hicieron brotar lágrimas de emoción hasta al romano más crápula, allá en la urbe donde lo profano y lo sublime, lo celestial y lo canalla, conviven ... en una coyunda que sorprendió, en su tiempo, a Rafael Alberti desde el Trastevere. Su arboleda perdida italiana. La procesión romana fue una cita genial en eso que digo yo, que a Dios también hay que disfrutarlo con el verbo hecho talla. El Cachorro expiraba con las últimas luces del día, cerca del nuevo Papa. Dirán que llovió algo, dirán que la Esperanza del Perchel lucía llevando el malagueñismo a una de esas pocas ciudades por las que merece la pena todo, incluso la locura sana de vivir. No vi al Morante triunfal de Sevilla de hace un año, y tampoco estuve en Roma, pero gocé intensamente el sábado. España puso sobre la mesa su forma de entender la pasión, y sin teologías ni creencias, colocó en la calle romana el barroco de cajillos trianeros y tronos percheleros y leoneses.

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