LAPISABIÉN
Patiño y el Ente
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Iniciar sesiónSánchez entró por teléfono en 'Sálvame' una tarde cualquiera, tediosa, aún timorato y sin muchos hagiógrafos, con esa voz que ponía cuando quería su cuota de carne televisiva entre la melancolía y el falsete. Fue todo un hito catódico que se marcó cuando les dijo ... a los españoles de mesa camilla y pensión estirada que él, que aún no era nadie, era contrario a la tauromaquia. Iba Sánchez buscando su camino en la telebasura y en la cuota sociológica de público cautivo y gagá. Fue este que digo un momento epifánico para Jorge Javier Vázquez, que ya supo que el marujeo con su mijita de vitriolo era indispensable para la España que se nos venía. Un visionario. Cuatro lecturas y un circo ofrendado a ese sanchismo que entonces balbuceaba. Vázquez apuntaba a todo: hasta a ministro.
Y lo que vino después fue que el universo moral de 'Sálvame' agradeció y agradecería por siempre aquella llamada en directo. Y es que Sánchez les dio como para tres tardes en las que enfangarse en discusiones sobre lo esencial del arte de Cúchares y la España nueva que querían, digamos, Lydia Lozano y sus compañeros: esa cofradía del chafardeo con sujetos mal y bien avenidos en el debate sobre el país que iba languideciendo. Todo dependía de cómo hicieran la digestión los colaboradores del programa, que aquel circo de una pista cada día traía su afán y su verruga de folclórica cachonda.
El sanchismo hizo mucho por el marujeo, y el marujeo lo hará por Sánchez en la televisión de todos. La Patiño, ya saben ustedes, que tendrá un programa a la tarde en el Ente Público: un programa muy animado de gritos, de rótulos chillones, adobado de su saber hacer en el periodismo patrio. Esto es, mirada seria a cámara, ropa juvenil y ceñida entre el griterío, y el rumor pendulando como antesala del morbillo. Es su número y lo hace a las mil maravillas. Las vocaciones fuertes para qué cambiarlas. En TVE, como en Paradores, como en Fomento y como en las mañanas doctrinarias, son todos los que están. Los veteranos del Pirulí andan, 'pobriños', valorando la prejubilación o la tortilla de cicuta.
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