Jesús Bayort nos trajo una entrevista de libro a Morante de la Puebla. Se podía incluso tocar el sirimiri portugués y casi acompañar a entrevistador y entrevistado entre vapores de bacalao a la brasa. Morante contó en el extranjero su enfermedad, y a todos ... nos entró una pena que no quita ni el haber estado con él en los días grandes. A Morante, por el proceso de cura, le falla el recuerdo, que es la quintaesencia del toreo y lo que sostiene la vida. Nunca fue torero con grandes alharacas del pasado, pero ni siquiera recuerda el rabo de Sevilla cuando dicen que se detuvo el mundo. La genialidad y la mente quebradiza van siempre de la mano. Y Morante, en la soledad de sus pensamientos, tuvo que hacer doble frente: a su cabeza y al toro. En la entrevista uno pasea por Portugal, retiro de Morante, y todo es una canción de saudade ignota de aquellos días en La Puebla, Jerez, hará casi dos vidas. De lo que Morante no se acuerde, siempre habrá una legión de aficionados que no lo bajen de su lugar en la historia. Por eso, los buenos aficionados guardan su hemeroteca morantista, donde vuela la capa como nadie la ha volado en milenios. Hay periódicos con la mejor literatura que hablan de él, sin paliativos: como ocurre cada vez que la poesía llama a la poesía.
Uno, mientras escribe esto sobre su ídolo tocado por algo más fuerte que la melancolía, el olvido o la tristeza, va con los ojos acuosos. Afuera es domingo, un domingo gris de marzo que aleja el abril del albero y hace de la primavera del sur un sueño inasible. Ver a Morante tan vulnerable da la razón al poeta cuando sentenció que, ido el tiempo de los héroes, empieza el de los hombres. Todos quisiéramos, en un primer volunto ni pensado, el presentarnos en Portugal y curarlo con abrazos. Hoy el trono de la tauromaquia mira al infinito de la mar portuguesa. A las ciencias de la mente le pedimos que el maestro mejore: en ello nos va mucho.
Morante saldrá de este trance. Retornará la gloria. Quiero pensar eso para que el dormir no se me me vaya por las peteneras de las pesadillas.