Montero cupo

España entera contempla su jeringonza por la cual un español no es igual que otro, pero qué importará ese detalle en este tiempo histórico tan injusto y tan bien contado, y que ulcera a Lambán y a Page en esas horas previas al sueño en que se hace balance del día.

En otros sitios, alguna 'fresca' más de la hiperactiva sevillana a los chicos de la prensa, y ya habrá 'pasao', como Celia Gámez, este penúltimo puente de decencia que los españoles, y ella la primera, cruzan. Cruzan en la senda hacia el vacío con la tartera temblona. Que Montero sea de las organizadoras del 41 Congreso Federal revela que el sanchismo tiene en mente a 'los y las bien pagaos': aunque luego los incinere de olvido.

En nada, flores a Casanova, los Mossos de gala, ataviados como a punto de salir de una tarta de bodas y 'echarse un Ducados' nupcial con Trapero. Y sobre el festivo marcial de las flores, Illa, con bajas palpitaciones por la nubosidad variable en Barcelona. El otoño irá cayendo mientras en Castilla la vendimia viene más mermada. El septiembre catalán supone el eterno retorno de lo mismo, pero cada vez más grave. Y ahora con la gran labor de 'Achilpú Montero' que nunca será suficiente.

Marisu Montero, carita de emperaora, toda ella folclore del socialismo andaluz más genuflexo con caracolillo y abanico, envuelve un laberinto en un trabalenguas que esconde una injusticia para el sufriente cotizante. Ahora, al menos, hemos aprendido a entenderla mejor hasta en las repreguntas. Sin necesidad de traductor simultáneo. Y aquí sí que me conozco a mis clásicos.