EN OBSERVACIÓN
El zulo como solución habitacional
El blanqueamiento de ETA es nuestra gran pintura colectiva
Sin techo y sin memoria
Cómo afeitar a un rabino
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Iniciar sesiónDebe de estar al caer en nuestro diccionario de usos y costumbres, antes DRAE, la entrada de esa acepción de 'zulo' que responde a la solución habitacional que brinda el mercado inmobiliario a quienes, precarizados por lo salarial, buscan techo en las denominadas zonas ... tensionadas, que antes eran aquellas por las que pasaban los cables de la luz y ahora son las que recorren las maletas con ruedas del turismo de acogida y recogida. De momento, el término solo aparece en nuestro diccionario de pesos y medidas como «lugar oculto y cerrado dispuesto para esconder ilegalmente cosas o personas secuestradas». Los académicos de la Española, sin llegar a mentar la bicha y el hacha de ETA, tiran de etimología para aclarar que la palabra procede «del vasco zulo; propiamente 'agujero'». Ligada a la creciente agonía del inquilinato, la popularización de este vasquismo explota de manera intencionada y a través de la sencilla ecuación del victimismo el sufrimiento de quien se aloja o es alojado en el interior de estos establecimientos, tratando de hacer suyo el suplicio de los secuestrados por una banda terrorista a cuyo blanqueamiento contribuimos todos con la frivolización semántica del daño que infligió y la resignificación de su siniestra caja de herramientas. Del «todos somos Ortega Lara» hemos pasado, sin querer, a «lo de Ortega Lara no fue para tanto». Hay que ver cómo se han puesto los pisos.
La banalización es una obra colectiva a la que cada cual aporta su granito de arena o su saco de cal, sustancia alcalina, viva o apagada, con la que antes de la comercialización de las pinturas sintéticas se blanqueaban las casas de aquellas zonas que, más al sur, situadas al margen de la escala de grises éticos y paisajísticos que nos ocupa, nunca se llegaron a tensionar como consecuencia de la industrialización y el obrerismo. Entre otras propiedades, la cal también desinfecta.
La banalización es una pintura colectiva de brocha gorda, un mural en el que cada uno interviene en la medida de sus posibilidades y aptitudes plásticas. Unos pintan y otros limpian las gotas. A Pello Otxandiano le debemos la reciente y ya ortodoxa redefinición de ETA como grupo armado. También podría haberse referido el candidato de EH Bildu a la banda terrorista como grupo inversor, o fondo buitre, por la sofisticación de su aparato financiero, sostenido sobre el secuestro de zulo y, en mayor medida, sobre el arresto domiciliario, más espaciado y luminoso para quienes sin tanto trauma pagaban las cuotas de ETA a cambio de disfrutar de las vistas a la escala de grises con que la banda pintaba todo aquello.
Al blanqueamiento del terrorismo no solo contribuyen EH Bildu, el socialismo de Ferraz, la memoria democrática, las escuelas vascas de las que cuelgan copias enmarcadas del 'Euskal Herriko Mapa Politikoa' o el nacionalismo de cucharada pragmática y paso atrás. El blanqueamiento de ETA es parte sustancial de nuestra segunda transición, obra maestra y coral de la colaboración desinteresada y el colaboracionismo táctico con una idea –estandarizada en Idealista– que ahora es puramente inmobiliaria.
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