Siempre os quedará Benidorm

La salida de RTVE del concurso de la canción y el disfraz no puede ni debe representar, sin embargo, la desprogramación de lo que en las últimas temporadas ha sido su prólogo, ese Benidorm Fest que tanto ha hecho por entretener a los colectivistas del orgullo y la admiración. Ni un paso atrás. Recién incorporada al tetris sanchista de una emisora pública donde todo encaja, Marta Flich tiene todas papeletas para presentar la nueva edición de esta muestra. Le precede su fama como comentarista televisiva de penes en oferta y estado de reposo. Sauna con gusto no pica, que dijo Begoña. Como los pobres ciclistas que se prepararon para disputar la Vuelta que terminó de reventar Sánchez, hay cientos y cientas de aspirantes a diva o a divo, tanto monta, que en los últimos meses han renunciado a todo para centrarse en una carrera musical por etapas que comienza en Benidorm. Pedro, no les falles.

Tanto talento no pude quedarse por el camino que lleva al lado correcto de la historia. Los concursantes tienen que estar en Benidorm, sexados por Marta Flich y teloneados por las superestrellas del régimen de la paradoja: Margarita Robles (con 'Soy una pájara'), Teresa Ribera (con 'Soy una perra') y Almodóvar sin McNamara, cantando lo de «Gran ganga, gran ganga, soy de Teherán», que pilla al lado de Gaza, donde el genocidio y donde las saunas.