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EN OBSERVACIÓN

Sánchez, del 'lawfare' al 'apreteu'

El Ejecutivo llama a la revuelta en nombre de un pueblo ficticio

Ábalos en Cantora

Te lo juro por Hamás

Jesús Lillo

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A León XIV se cansaron de buscarle las vueltas ideológicas y las hechuras morales a los cuatro o cinco días de su elección, a primeros de mayo. Tras el excéntrico papado de Francisco había interés y prisa en saber de qué pie cojeaba el nuevo ... Obispo de Roma. «Zapato rojo, zapato negro, lo importante es que pise callos», solía decir su predecesor, cuyo lema pontificio –«Malo mortua quam simplex», antes muerta que sencilla, en cristiano– había puesto muy alto el listón del populismo. Frente a la soberbia, discreción; tras el aspaviento, recogimiento; contra la logorrea, reflexión. León XIV era un señor muy aburrido, tanto que a través de los medios generalistas no le volvimos a ver el pelo que le asoma bajo el solideo hasta el 1 de junio, cuando, ya como simple celebridad, recibió y bendijo a los ciclistas del Giro, que se pasaron a saludar. El azar ha hecho coincidir el infame final de la Vuelta a España con la publicación de la primera entrevista que concede el Papa León, en la que desliza una advertencia del tamaño de una basílica mayor: «Si miramos a muchos países del mundo hoy en día, la democracia no es necesariamente una solución perfecta para todo».

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