EN OBSERVACIÓN
Marcos 8, 27-35
«Y vosotros, ¿quién decís que soy?». Y se pusieron todos a rebuscar en X
El civismo como plebiscito
Fumata negra de ciclo combinado
En aquel tiempo Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos le contestaron: «Unos, Juan el Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas». ... Él les dijo: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?». Fue ahí cuando se armó el pitote.
Uno de ellos, muy hábil, se metió en Chat GPT, que lo tenía de pago y que, bien adiestrado, alimentaba a diario con los sermones que iba cogiendo de oídas, y en apenas unos segundos soltó una parrafada que dejó al resto con el paso cambiado, todavía mirando en una investigación prospectiva la cuenta de X, red de pesca antes conocida como Twitter, en busca de algún desliz que pudiese retratar al Mesías, como a Karla Sofía Gascón en vísperas de los Oscar o a García-Ortiz en el Supremo. Todo eran comadreos ininteligibles, esbozos apresurados para hacerle un traje a quien los observaba con la paciencia de quien dispone de todo el tiempo del mundo para medir la estupidez. «Por aquí pone algo de un tal JD Vance». «Parece que es el del sector progresista». «Ha estado mucho en España». «De paella en Valencia dice aquí». «Tiene idiomas». «Se ha hecho peruano». «Como Vargas Llosa». «Al revés». «¿Qué es un agustino?». «Creo que como una tilapia de aquellas que sacábamos del Tiberiades, pero con más espinas». «Tiene también su tema de abusos, no te creas tú». «Normal». «Es del 'No a la guerra». «Y del 'Nunca mais'». «Aquí parece que sale con Pilar Bardem y Miguel Ríos». «¿Qué es un convento?». «Eso es donde María Magdalena». «Al revés». «Y un misionero, ¿qué será un misionero?». «Eso también es donde la Magdalena». «Por encima». «O por debajo, según quién». «Eso es relativismo». «Eso es lo que hay». «¿Y la inmigración, que parece que ha dicho también?». «A mí me suena a lo que hacen las tilapias cuando vamos al Tiberiades y no sacamos ni una». «Desde el río hasta el mar». «De la mar el mero». Así estuvieron los discípulos lo menos hora y media, hasta que a las puertas de Cesarea de Filipo se quedaron sin batería. No llegaron a ninguna parte.
«Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto. Y empezó a instruirlos», sigue el Evangelio de Marcos.
Gastamos rueda y sandalia tan deprisa que lo más sagrado se disuelve en lo próximo y lo siguiente. No es consumo, sino quema de falsos restos: todo arde con la etiqueta puesta. En apenas unas horas hemos visto para sentencia –juicio final y sixtino– el caso del nuevo Papa. Llenamos doce estadios para ver dentro de más de un año a Bad Bunny y ya hay cola para sacar las entradas del porvenir. Próximamente, León XV en el Wanda, o como se llame. Está todo el pescado vendido, que dijo san Pedro.
No vamos a esperar a que León XIV firme su primera encíclica, como tampoco teníamos intención de leerla. Ni por el forro. Sabemos lo suficiente, que no es nada. Progresamos en la búsqueda obsesiva de pasatiempos con las soluciones a pie de página y en papel mojado. Lo nuevo envejece enseguida y mal, reflejado en un retrovisor que lo desfigura mientras aceleramos. Llegamos antes, pero a ningún lado, discípulos del desconocimiento, santo y súbito. Que nadie se quede atrás, camino de las aldeas de Cesarea de Filipo.
El «Non abbiate paura» de Wojtila se puede traducir ya por 'no tengáis vergüenza'.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete