EN OBSERVACIÓN
El 'boom' que blanquea al franquismo
Admitir la existencia de los 'boomers' es herético para el dogma sanchista
Subdesarrollo sostenible
Dos discursos del Rey
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Iniciar sesiónFue a mediados de julio de 2023 cuando Félix Bolaños, entonces ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, aplaudió a rabiar la intervención de Pedro Sánchez en el programa de 'La Pija y la Quinqui', hormiguero alternativo donde la gente ... va a divertirse sin tener que aguantar a Pablo Motos. «Representándonos a todos los boomers de este país», escribió sobre su jefe el entonces máximo experto en memorias democráticas, ajustes de cuentas y revanchas de posguerra, primera autoridad del Estado en divisiones y muros, en este caso relacionados con la edad y los bloques generacionales. Los 'boomers', dijo Bolaños, y se quedó tan ancho, sin caer en la cuenta de que aceptar la existencia misma de esa generación es tanto como reconocer la homologación social de la España franquista con el resto de una Europa cuyo estado de bienestar y nivel de confianza permitieron el parto múltiple y simultáneo de una de las mayores camadas de la historia, criada para más inri en un entorno de avances médicos que había contribuido a disparar la esperanza de vida. Qué dictadura ni qué niño muerto: creced y multiplicaos. Los 'boomers', puso en las redes Félix Bolaños, y se quedó tan pichi, dando carta de naturaleza a un brote demográfico que echa por tierra el principio de que con Franco se le quitaban a uno hasta las ganas de follar.
En vísperas de los actos de clausura del cincuenta aniversario de la derrota orgánica del Caudillo, fin del ciclo retrospectivo con que los medios del régimen han aplicado una pátina tirando a negruzca sobre un tiempo tan grisáceo o coloreado como el que con un nivel de renta inferior compartíamos con nuestros pares del continente, la normalización institucional de los 'boomers' solo puede entenderse como un paradójico e involuntario ejercicio de blanqueamiento de la misma época que el Gobierno y su compañía estable de pintores de brocha gorda han querido maquear con betún de Judea, hasta dejarla como el eccehomo de Borja, pero con el rostro desencajado de María Jesús Montero haciendo la primera comunión por el rito del nacionalcatolicismo y a punta de pistola.
Por lo que tiene de precedente, aquel «Representándonos a todos los boomers de este país», escrito por el ministro de Memoria Democrática, fue algo más que el atolondrado desliz de un 'grupi', una mancha en la hoja de servicios del guardián de las esencias antifranquistas. Se empieza por admitir que en España también hubo 'boomers', hijos del bienestar y la esperanza, luego del agobio de Triana, y se termina por reconocer que también hubo jipis, o que la situación de los colectivos que dice defender el Gobierno de la ola reaccionaria –mujeres, homosexuales o personas racializadas (sic), por no descender al ámbito animalista o medioambiental– no era mejor en el resto de Europa que en la España negra del Generalísimo. En fin, que cuidado con mentar la bicha de los 'boomers' ahora que irrumpen por centenares de miles en el tiberio de las pensiones. Siguiendo la taxonomía del sanchismo, mejor denominarlos víctimas de la represión de la revolución sexual, y que el ministro Bolaños se contenga y no levante más la liebre, conejo de la Loles en los tiempos binarios de Franco.
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