Suscribete a
ABC Premium

el contrapunto

Un Sánchez que tiene vergüenza

Si David no pasa de ser un mediocre enchufado, Pedro es un amoral peligroso cuyo único norte es el poder

Ladran, Ayuso, luego cabalgas

Al PP le tiemblan las piernas

Isabel San Sebastián

Esta funcionalidad es sólo para registrados

A diferencia de su hermano mayor, David Sánchez Pérez-Castejón ha demostrado tener un mínimo sentido del pudor. Tardío, cierto, pero suficiente para llevarlo a dimitir del puesto que okupaba (con k) en la Diputación de Badajoz, una vez destapado y expuesto ese chanchullo denominado « ... Oficina de Artes Escénicas». ¡Tampoco es que merezca el premio al ciudadano ejemplar, ojo! Si se tratara de una persona decente, dotada de dignidad profesional, jamás habría aceptado un cargo creado «por ser vos quien sois», a la medida exacta de sus necesidades; esto es, con el propósito de asegurarle una generosa nómina pública por no hacer nada de provecho y seguir componiendo música que nadie quiere financiar ni mucho menos escuchar. Un cargo cuyas funciones no supo explicar ante la juez, pues ignoraba cuáles eran sus tareas, sus colaboradores y hasta el emplazamiento de su despacho. Un cargo fantasma, tan innecesario como inoperante, que nos costaba a los contribuyentes 48.000 euros anuales. Al descubrirse el dedazo, constatarse el fracaso sin paliativos de su proyecto pseudocultural y salir a la luz el escándalo que investiga la Justicia, agravado por un presunto delito fiscal, el pequeño de los Sánchez ha decidido hacer mutis por el foro, emulando a los personajes de esa ópera que tanto dice amar. Un reconocimiento implícito de culpabilidad, que no lo librará del banquillo aunque tampoco presuponga una condena, probablemente alentado por ese resquicio de conciencia del que carece su primogénito.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia