el contrapunto
Estamos en manos de los jueces
Ante la desvergüenza democrática de Sánchez solo nos queda la vía penal, confiando en que Ábalos o Aldama hablen
Sánchez chapotea en el fango
Progres, feminista, antisemita, proiraní
En otro tiempo u otro lugar, ni remoto ni lejano, los múltiples escándalos que acorralan al presidente habrían provocado ya la dimisión en bloque de su Gobierno, seguida de la convocatoria de elecciones generales, máxime considerando la extrema debilidad parlamentaria en la que se halla. ... Los países donde impera la democracia exigen a sus líderes una conducta decente y les piden cuentas en las urnas cuando tal cosa no sucede. Es más; son los propios dirigentes de esos países los que se imponen a sí mismos unos códigos éticos estrictos, que implican hacerse a un lado cuando alguien en su entorno los incumple. Pedro Sánchez no se engloba en esa categoría. Él no tiene ni decoro, ni honor, ni dignidad, ni el más mínimo respeto por lo que significa representar a nuestra nación. Su único norte es la resistencia, la conservación del poder a cualquier precio, para lo cual ha convertido España en un inmenso campo de batalla dividido por una polarización creciente, donde todo vale con tal de impedir la alternancia. Un lodazal de corrupción y embustes cada vez más burdos con los que se intenta tapar el hedor de lo que va apareciendo, a ver si a base de engaños los ciudadanos acabamos perdiendo la capacidad de distinguir entre la verdad y la mentira. Un yermo ayuno de moral pública, hábitat perfecto de individuos como Víctor de Aldama, «el conseguidor», cuya intimidad con todos los jerarcas del régimen, empezando por Begoña y acabando por el propio «1», sin olvidar a su primera mano derecha, Ábalos, a la admiradora del «príncipe» Zapatero, Delcy la de las maletas, o a Hidalgo, rescatado con nuestro dinero en circunstancias altamente malolientes, constituye un resumen perfecto del «progresismo» al que alude el discurso oficial socialista. Ellos, sus colegas y quienes abonan sus facturas, incluidas las de sus acompañantes de pago (Jéssica), progresan; ya lo creo que sí. Los demás financiamos sus chanchullos con impuestos que se llevan el fruto de nuestro trabajo desde enero hasta julio, ambos incluidos.
En otro tiempo u otro lugar, Sánchez se habría visto obligado a asumir la responsabilidad política de los casos que investiga la justicia, entregando su cabeza. Dado que nuestro caudillo no conoce el significado de ese concepto, su destino y el de España están en manos de los jueces. La prensa independiente está suministrando material abundante con el que practicar las diligencias pertinentes, a pesar de las amenazas con las que el sanchismo intenta amedrentarnos. Ahora les toca a sus señorías mostrar el mismo valor y llevar a cabo su trabajo haciendo caso omiso a las presiones, hasta llegar al fondo de cada asunto. Ante la desvergüenza democrática de Sánchez solo nos queda la vía penal, confiando en que alguno de los ya cazados opte por hablar en lugar de comérselo todo. ¿Será Ábalos o será Aldama?