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el contrapunto

Júbilo en la Guardia Civil

Gámez nunca sirvió al Cuerpo, sino al partido que la colocó y le pidió a cambio ciertos servicios incómodos

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Isabel San Sebastián

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La dimisión de María Gámez, forzada por la imputación de su marido en el enésimo caso de corrupción vinculado a los Eres andaluces del PSOE, ha producido júbilo en el Cuerpo. Júbilo, sí, además de una grata sensación de justicia postrera, porque Gámez quedará en la memoria de la Benemérita ... como la directora que jamás dio la cara por la Institución ni la defendió cuando algún escándalo individual extendió su mancha sobre el conjunto. Una directora tan incapaz de ejercer con dignidad su función, que hace unos días la Asociación Pro Guardia Civil, APROG, le dirigió una carta en la que la encarecían a alzar la voz ante el vilipendio sufrido por el Cuerpo «sin más argumentos que la desgraciada coyuntura temporal en la que unos casos, abiertamente públicos y ya judicializados de corrupción, están sacudiendo a determinados miembros de partidos políticos…». O sea, a tener la valentía de plantarse ante el intento descarado del Gobierno de utilizar a la Guardia Civil como parapeto defensivo tras el estallido del escándalo Mediador que implica de lleno al 'Tito Berni' y otros diputados socialistas. Después de subrayar que «siempre ha sido la Guardia Civil la más interesada en sacar a las frutas dañadas del cesto», los redactores del escrito añadían: «Directora… ¡es el momento de dar la cara por la Institución a la que sirve desde lo más alto de la cúspide organizativa!»

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