visto y no visto
Ay, Montesquieu
Las naciones que integran como protagonistas activos la nación europea son, para Montesquieu, Inglaterra, Francia y España
Una tiranía jadeante
El bar del loro
Lo dice mirando a su país, pero da pistas para el nuestro: «A la derecha le importa el poder del mismo modo que a un 'snob' del vino le importa el alcohol. La izquierda se preocupa por el poder del mismo modo que un alcohólico ... se preocupa por el alcohol. Adivina quién gana siempre». Con Curtis Yarvin te viene a la memoria aquel personaje de Monterroso, el doctor Eduardo Torres, de San Blas, en 'Lo demás es silencio', que nos regaló este aforismo: «La nostalgia está a la vuelta de la esquina».
El 'bipartidismo' español sólo es una licencia literaria para referirse al partido de los 'snobs' y al partido de los alcohólicos, porque, políticamente, en un Estado de partidos con sistema proporcional el bipartidismo, por definición, es imposible. Esto puede pasar con las mejores cabezas: Montesquieu creyó ver en el gobierno inglés la separación de poderes y ahí está la que liaron sus discípulos en la revolución americana. Hamilton era monárquico (¡como Yarvin!), pero defendió la «república geográficamente extensa» de Montesquieu, de quien en la España atroz del 78 sólo sabemos por Alfonso Guerra, que lo dio por felizmente enterrado con su apaño del poder judicial del 85, y por Jiménez de Parga, que publicaba billetes de consenso en un periódico con el seudónimo de Secondat, aunque en los círculos políticos le decían Copito de Nieve (por el pelo, tan blanco como el de la cabrita japonesa de Heidi en los Alpes). A Secondat no se le caía de la boca el nombre de 'Montesquieu', y era tan liberalio que ante la izquierda, siendo ministro de Suárez, el del aeropuerto, hacía méritos acusando en sede parlamentaria a los fraguistas (hoy peperos) de buscar el caos para acabar con la democracia, y luego tenían que salir al quite del consenso Carrillo y Peces Barba, cuando todavía no 'éramos' Europa.
«Europa no es más que una nación compuesta de varias», anotó Montesquieu en sus 'Reflexiones sobre la monarquía universal', sacadas a colación por Luis Díez del Corral en su discurso del 73 en la Real Academia de la Historia. Las naciones que integran como protagonistas activos la nación europea son, para Montesquieu, Inglaterra, Francia y España, cuya imagen sería una balanza, con Inglaterra y España en los platillos, y Francia en el fiel.
Con el tiempo, en 'Mes pensées', 1780, reaparece la misma idea de Europa, pero con el término nación sustituido por el de Estado: «Europa es un Estado compuesto por varias provincias». Un siglo antes, en 'El Criticón', Gracián había expuesto: «Es Europa vistosa cara del mundo, grave en España, linda en Inglaterra, gallarda en Francia, discreta en Polonia, fresca en Alemania, ricada en Suecia, apacible en Polonia, adamada en Grecia y ceñuda en Moscovia», antes de estar gobernados en Europa por las Venus de Zugarramurdi, y en España, por una 'tiranía jadeante' donde una corte de 'chulos del tirano' (La Boethie) te dejan sin luz y señalan con su dedito… ¡a Rusia!
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