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visto y no visto

El Jarama

El río éste lo que es muy traicionero. Todos los años se lleva alguno por delante. Y siempre de Madrid; los otros no le gustan

Roma ya no está en Roma

Un gulag amable

Ignacio Ruiz-Quintano

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Como esos progres gerundios que se tutean con Dios, cuyo nombre, por cierto, escriben con minúscula (mayúscula para las cosas grandes, minúscula para las cosas pequeñas, enseñaba el hijo de Antón Zotes), y luego echan la Semana Santa oyendo a Bach con ojos blancos ... como bolitas de alcanfor, tenía uno la ilusión de un agosto descuidado para releer 'El Jarama' de Ferlosio, única novela digna de consideración en la literatura española de más de un siglo, con su domingo de agosto de 1950, su merendero, su presa, su luna llena y su chica muerta. «Novela fetiche del antifranquismo», tiene dicho algún idiota, gloriosamente resumida por el censor del franquismo Javier Dieta Pérez en su informe al mando: «Un domingo a orillas del Jarama. Allí va un grupo de madrileños a remojar su tedio y aburrimiento veraniego… La novela se detiene en la descripción –realísima– de esas diez horas que los excursionistas pasan a orillas del río. El aburrimiento se rompe con la tragedia. Una de las chicas se ahoga. No hay más… Ahí debe estar el valor de la novela. Abundan los tacos [tres, en casi quinientos folios], que no considero suprimibles, aunque me parecen de muy mal gusto. Procede su autorización». La novela obtuvo el Nadal y un montón de ediciones.

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