visto y no visto
El 'grand revolvedor'
«Iba a decir que ojalá viva lo suficiente para ver las películas que salgan de todo esto. Pero asistir en vivo y en directo es aún mejor»
La cultura arancelaria
El catecismo europeo
Donald Trump, presidente de los Estados Unidos de América (en pura Teoría Política, el único presidente democrático que hay en el mundo), ha emprendido la revolución (vuelta de calcetín) del único valor universal que respetamos, el dinero (el 'grand revolvedor', lo llama, en el ... XIII, Juan Ruiz, Arcipreste de Hita), y los españoles tenemos para que nos lo cuenten, no un Arcipreste, sino tres como frailones de misa y olla, Ramoncín, Miró y Revilla, incensarios del Régimen que entregó la Nación a los partidos. Esos sacamuelas son nuestros Swift, que vio la transformación sociocultural de los nuevos hombres influyentes, muy distintos de los conocidos antes de la Revolución (1688): «Consisten de aquellos cuya fortuna entera reside en fondo y acciones, de tal modo que el poder que solía acompañar a la tierra, se ha trasladado ahora al dinero». Esos sacamuelas son, también, nuestros Barnave, que percibió en la Revolución (1789) «la finalidad de movilizar el patrimonio inmobiliario feudal, convirtiéndolo en capital fiduciario»; para Barnave, una nueva distribución de la riqueza produce una nueva distribución del poder. Y, desde luego, esos sacamuelas son el moderantismo español ante el loco de Trump, que «es tonto». Resumida por Azaña, es la España liberalia, que vive en la «reverencia beata y nórdica» del éxito y el dinero, pero que no se entera de nada:
—Bajo la férula del moderantismo, lo más granado de la sociedad española se aplica a vendimiar el Poder, haciendo bueno el apóstrofe de Javier de Burgos: «¡Hay mucha gloria que conquistar, mucho dinero que ganar!»
Una tuitera española de insultante agudeza lo viene diciendo en Alemania tal como lo leeremos dentro de unos años en las páginas de «rabiosa actualidad» de la prensa noble: «Trump se está cargando el Fiat para ofrecer al mundo un dinero mejor: sus propias 'stablecoins' asociadas a Bitcoin. Libre mercado a lo bestia: un dinero nuevo que preserve el valor mejor, a salvo de la inflación que crean los gobiernos. ¡Es acojonante! La gente no lo entiende porque ni siquiera saben que sus gobiernos les roban. Ni cómo funciona el dinero. Y nadie se lo cuenta. Iba a decir que ojalá viva lo suficiente para ver las películas que salgan de todo esto. Pero me he dado cuenta de que asistir en vivo y en directo es aún mejor. Brutal».
Es otro momento Warhol, que Warhol se ha perdido: «No siento que pueda contagiarme de gérmenes cuando toco el dinero», escribía en el 75, en plena resaca dorada del 'Nixon shock'. Para él, «el dinero posee una cierta forma de amnistía; al tocarlos, siento que los billetes de dólar se vuelven limpios; no sé dónde han estado, quién los tocó y con qué; todo eso se borra en el momento en que los toco». Contra esos deshonestos tocamientos warholianos, las frígidas Venus de Zugarramurdi quieren llevarnos en su escoba al 'leuro digital', pero Trump, que «es tonto», vuela en cohete muskiano a Marte, que es Bitcoin.
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