visto y no visto
Un canapé ruso
«Un mozo me ruega que no me siente nunca en un canapé ruso, porque allí duermen siempre los criados», anota Custine en San Petersburgo
Somos lo que comemos
Osos de peluche
El 78 es un Régimen liberalio de frivolidad satisfecha (lo que une a derecha e izquierda), pero sin cobre en las líneas del AVE (síndrome de Menkes) y con chinches en las terminales aéreas (síndrome de Custine).
—Estaba cubierto, devorado por las chinches… ... Un mozo me ruega que no me siente nunca en un canapé ruso, porque allí duermen siempre los criados, que traen legiones de insectos –anota el marqués de Custine, luego de su siesta de tres minutos envuelto en su abrigo en un sofá de piel, verde botella, en San Petersburgo.
«Situación crítica en el aeropuerto de Madrid», tuitea una televisora oficial: «Denuncian la presencia de chinches y piojos, especialmente en la Terminal 4», y uno, con el billete a Londres en la mano, mira a la caza de populistas y putinejos, como ocurre con el pillaje de cobre en el AVE, cuyo lado bueno es que renueva la temática de los Premios del Tren de Poesía y Cuento en nuestro depauperado oficio. Tal que la vida vista por Julio Torri, España se va quedando atrás «como el paisaje que se contempla desde la plataforma trasera de un coche de ferrocarril en marcha, paisaje del cual va uno saliendo». Ya no tenemos Otamendis (ingeniero que excavó el Metro de Madrid) ni Melis (ingeniero que soterró la M30), pero damos juglares y bufones para TVE y poetas (Prado, Cuenca) y cuentistas (Prado, Molina) para los Premios del Tren. García Calvo: «¡Qué bien se está en esta fonda / de la estación / de Medina del Campo!». Y Nicolás Guillén: «Ya yo me enteré, mulata, / mulata, ya sé que dise / que yo tengo la narise / como nudo de cobbata». Al bailongo: «Tanto tren con tu cueppo, / tanto tren; / tanto tren con tu boca, / tanto tren; / tanto tren con tu sojo, / tanto tren».
«¡Falta mantenimiento!», protestan los liberalios agitando un proviso de Locke. En Méjico, Porfirio Díaz impuso la pena de muerte sumaria por daño al telégrafo; si el criminal no era capturado, respondía el comandante del distrito; si el corte se producía en una hacienda, el propietario que no lo hubiera impedido era colgado del poste de telégrafo más cercano.
España ha pasado de Edgardo en 'Eloísa está debajo de un almendro' a Puente, que estudia las responsabilidades de su ministerio en lo del AVE de Sevilla sobre este cuento de Ricardo Bada: «De repente, el tren se mete en un túnel y se oye un guantazo enorme: ¡Plasss! El tren vuelve a la luz y el sevillista se echa mano a la cara. Los cuatro pasajeros se quedan pensando en lo que ha podido ocurrir. La gorda piensa: 'Seguro que el sevillista le ha metido mano a la rubia. La rubia se ha mosqueado y le ha dado un guantazo'. La rubia piensa: 'Seguro que el sevillista ha intentado meterme mano, se ha equivocado y la gorda le ha metido una h...' El sevillista piensa: 'Seguro que el bético le ha metido mano a la rubia, la rubia se ha equivocado y me ha dado la h... a mí'. El bético piensa: 'A ver si llega otro túnel y le meto otra h... al sevillista'.»
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