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UNA RAYA EN EL AGUA

Renfecitos

La red ferroviaria ha colapsado. La sucesión de averías y retrasos pasa del rango de problema al de escándalo de Estado

Nardos

Nitroglicerina política

Ignacio Camacho

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El cada vez más grave deterioro ferroviario es el epítome de un Gobierno obsesionado por el poder sin saber usarlo más que para alquilar el apoyo de sus aliados. La inviabilidad de la legislatura no la demuestra tanto la evidencia de un Ejecutivo sin suficiente ... respaldo parlamentario como su ineficacia a la hora de resolver problemas cotidianos, sea la crisis migratoria, el empobrecimiento del campo o el caos de un transporte que hasta hace bien poco era la joya del Estado. El servicio ha colapsado. Ya no es sólo la alta velocidad, concepto inaplicable cuando uno de cada cuatro trenes llega con retraso; la media distancia y los Cercanías salen a sobresalto diario. Tampoco se trata de contratiempos propios del pico de demanda en verano porque fue tras la pandemia cuando el sistema enfiló la cuesta abajo. Y no ha lugar a excusas sobre la falta de actualización de las infraestructuras ante la liberalización del mercado; la explicación es cierta pero el sanchismo lleva en el poder seis años, tiempo más que suficiente para haberse tomado en serio la cuestión y ponerle algo de remedio, inversión mediante, en ese plazo. Se mire como se mire, no hay modo de eludir la responsabilidad gubernamental en el atasco; simplemente no ha existido el más mínimo interés en solucionarlo. Y ahora que se ha convertido en un clamor nacional, un escándalo con miles de viajeros perjudicados a diario, la única respuesta consiste en pedir paciencia a unos ciudadanos que no observan ningún avance ni voluntad de llevarlo a cabo.

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