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una raya en el agua

La política del ruido

La democracia se ha convertido en una discusión global de barra de bar o de patio de vecinos. A grito limpio

Bailar sobre los muertos

La normalización del estropicio

Ignacio Camacho

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Hubo un tiempo, no demasiado remoto aunque por desgracia tampoco demasiado largo, en que la política consistía en hacer –o intentar– cosas útiles para los ciudadanos. Se trataba de resolver problemas en vez de crearlos, aunque como bromeaba Groucho los remedios fuesen a menudo ... equivocados. Esa época pasó para dejar paso a los debates artificiales, la agitación de emociones primarias, la falsa épica de las guerras culturales y el dominio de los relatos. Se lucha por el poder para tenerlo, no para usarlo, y sobre todo para que no lo tenga el adversario, y los votantes se suman con entusiasmo a una supuesta confrontación ideológica que en realidad sólo es el cebo argumental fabricado por esos 'spin doctors' en cuyas manos depositan los dirigentes las claves de su liderazgo. Es la política del ruido, de la banalidad, de la impostura, del reclamo táctico; una política hueca de ideas y de programas donde sólo importa el sentido de pertenencia a un bando.

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