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UNA RAYA EN EL AGUA

El partido fantasma

El sanchismo no se fía de Sumar por su desgarro interno, ni ve en Díaz solidez para encarar un mandato a cara de perro

Brindis a la sombra

Suárez, espejo escondido

Ignacio Camacho

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Desde que Miquel Roca fundó un partido y no se apuntó a él no se había visto en la política española un caso como el de Yolanda Díaz, que lleva dos años al frente de una marca sin existencia orgánica hasta el pasado fin ... de semana. Más que una suma de fuerzas apenas si ha logrado una amalgama, una mescolanza mal parida y peor organizada, con el agravante de que la mitad de los socios se han ido en este tiempo descolgando de la formación fantasma, obedecen a sus propios intereses y hasta negocian por su cuenta las votaciones parlamentarias. Es lo que sucede cuando se intenta disciplinar a gente tan cimarrona y narcisista como Ada Colau o Pablo Iglesias, capaces de abortar los Presupuestos con una maniobra por sorpresa o de tumbar un decreto del Ministerio que dirige su teórica presidenta. Eso debe de ser lo que Lenin llamó la enfermedad infantil del comunismo, cuya vacuna no parece haber encontrado aún la hueca dirigente gallega.

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