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una raya en el agua

Marina d'Or en Gaza

Si no se trata de una frívola ocurrencia, el plan de Trump para Palestina tiene un desagradable tufo a limpieza étnica

Favores colaterales

La duda suicida

Ignacio Camacho

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Está muy repetida esa frase, que no sé de quién es, de que a Trump no se le debe interpretar al pie de la letra pero conviene tomarlo en serio. Y es cierto. Por eso ha armado tanto ruido su declaración sobre convertir Gaza en ... una especie de 'resort' gigantesco. Una Riviera, dice, se supone que como la maya, una Marina d'Or a gran escala sobre sus playas mediterráneas. Ahí le ha salido la vocación de empresario hotelero, origen de su fortuna millonaria. Sólo que la ocurrencia se carga de un golpe los acuerdos de Camp David, de Oslo y de tantas negociaciones –a menudo fracasadas– para una paz y un reparto de territorios que abra un mínimo margen a la esperanza. Lo que ha propuesto es la vuelta a 1948, es decir, al mapa que desencadenó el problema más desestabilizador de toda la geopolítica contemporánea. La pretensión de resolver en dos patadas setenta años de guerras, guerrillas, terrorismo, intifadas, fronteras irreales y desplazamientos en masa.

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