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una raya en el agua

Exhibicionismo

El viaje a Marrakech es un gesto de petulancia. Sánchez se siente ganador y alberga un desafiante ánimo de revancha

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Ignacio Camacho

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En un primer momento, el vídeo que apareció en mi 'whatsapp' se me antojó uno de esos montajes que los laboratorios de intoxicación masiva divulgan para ver si pica alguien. Por si acaso acudí a verificarlo en los medios convencionales, que siguen siendo la única ... manera de aclararse –y no siempre– en el universo de los bulos y las posverdades. Y sí, el hombre de la gorra y las gafas de sol en una plaza de Marrakech era Sánchez. Como en una paráfrasis del diálogo de Rick e Ilsa en 'Casablanca', de todos los zocos de todas las ciudades del mundo había tenido que ir precisamente a ése, justo al país que suscita más interrogantes –por no decir sospechas– sobre una política exterior salpicada de favores muy poco transparentes. Uno de esos gestos que se hacen adrede como señal de autoafirmación, de arrogancia, de desdén por los reproches, de desafío rebelde. Una especie de postureo jactancioso para marcar paquete.

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