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UNA RAYA EN EL AGUA

La democracia exiliada

A Maduro le servía de poco otro opositor preso. Le conviene más tener lejos al legítimo presidente electo

Se trata de España

La bala de plata

Ignacio Camacho

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Todos los líderes de la oposición venezolana en los últimos años –Antonio Ledezma, Leopoldo López, Juan Guaidó y ahora Edmundo González Urrutia– han acabado en el exilio; en algún caso, como el de López, tras pasar por las cárceles del chavismo. Ésa era la ... suerte que esperaba también a Urrutia de haberse puesto a tiro, y tal vez a María Corina Machado si persiste en reclamar un triunfo electoral a todas luces legítimo. La diferencia es que Edmundo fue el candidato –porque a Machado la inhabilitaron– y por tanto el ganador, es decir, el presidente electo, y por eso su salida era el efecto que Maduro buscaba con la orden de detenerlo. El régimen lo ha dejado marchar sin poner trabas porque le servía de poco un opositor preso; lo quería lejos para quitarse presión y asentar su estrategia de ganar tiempo hasta que el autogolpe se consume por vía de hecho. Que es lo que va a pasar, lo que está pasando sin que el mundo democrático haga otra cosa que declararse profundamente preocupado y pedirle las actas de la votación al tirano.

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