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una raya en el agua

Crustáceos de clase

La fijación de los sindicalistas por el marisco les ha generado más desprestigio que cualquier error laboral o político

Los de fuera

Aduanas identitarias

Ignacio Camacho

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España es una potencia gastronómica que aúna a sus excelentes materias primas un importante esfuerzo de investigación e innovación, un auténtico I+D+i de la cocina que ha potenciado sobremanera el atractivo de la ya de por sí sobresaliente oferta turística. Pero las clases populares ... continúan apegadas a una idea tradicional de la comida, un concepto clásico anclado en la época en que la pobreza o el subdesarrollo impulsaban soluciones imaginativas creadas a base de improvisar platos con los ingredientes disponibles que había. En esa mentalidad secular, el marisco representa una escala superior, un manjar propio de las capas más favorecidas que ha acabado por generar a su alrededor una especie de mitología. Un plato que aún simboliza un estatus social de posición acomodada, pudiente o directamente rica, un ascenso estamental hacia los peldaños más altos de la burguesía. De ahí su significativa adopción reciente como emblema del desclasamiento sindicalista.

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