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UNA RAYA EN EL AGUA

El chico del coro

La empatía transversal de los españoles con el pueblo ucraniano carece de consenso político en el arco parlamentario

El comodín de la oposición

Feminismo cuántico

Ignacio Camacho

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El domingo pasaron por Sevilla los Niños Cantores de Viena, a teatro lleno. En un momento dado, el director del histórico coro –por cierto bastante venido a menos respecto a su reputación de mito musical europeo– presentó a sus miembros destacando la nacionalidad de ... cada uno de ellos: austríacos, alemanes y coreanos, mezclados con un húngaro, un croata, un chino, un japonés y un checo. Y al señalar a un rubiales alto y flaco y pronunciar la palabra «Ucrania», los mil setecientos espectadores prorrumpieron en el aplauso más largo, emocionado e intenso de todo el concierto. No fue un pronunciamiento político, ni una proclama antirrusa del mismo público que se había volcado en febrero con Anna Netrebko, ni mucho menos una sacudida de espontáneo ardor guerrero; sólo una ovación sentimental, surgida a bote pronto del corazón de la concurrencia como algo más profundo que una expresión de afecto o de respeto: el sincero homenaje solidario de un pueblo a otro pueblo.

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