diario de un optimista

Populismo: mentira del día

Corresponde a la derecha responsable restablecer la verdad sobre los enormes avances que ha introducido en Europa y demostrar que continuar por la senda liberal nos permitiría avanzar aún más

Tordesillas o la jungla (24/9/23)

Los megalómanos que nos gobiernan (17/9/2023)

carbajo y rojo

No me gusta la expresión extrema derecha; no es más que un insulto destinado a descalificar a una parte del electorado. Además, la extrema derecha no es especialmente de derechas. Por otra parte, el verdadero auge en todo Occidente no lo experimenta la extrema ... derecha, sino el populismo; el término es más preciso. Este movimiento de masas está llevando al poder a nuevas élites en Polonia, en Hungría y en Italia, y puede que el día de mañana en Escandinavia, en los países bálticos y en Francia. Evidentemente, Vox me viene a la mente en el caso de España. No es tarea fácil cartografiar estos movimientos porque en cada país están representados con denominaciones diferentes. No obstante, el populismo es fácil de identificar. Los movimientos populistas se nutren de frustraciones y pasiones; sin análisis en profundidad, a partir de impulsos.

En todas partes, los populistas rechazan al otro. El otro es el inmigrante, el rico, el capitalista, las élites políticas tradicionales, los periodistas a los que vemos con demasiada frecuencia en televisión. Los populistas, increíblemente uniformes, ofrecen una falta de respuestas a estos odios. En resumen, basta con confiarles el poder para que, de repente, los nubarrones se disipen y el futuro sea de color de rosa. ¿Por arte de magia? No sabemos. En un momento dado, salir de Europa parecía ser la solución a todos nuestros problemas. Desde el desafortunado episodio del Brexit, salir de Europa ya no parece ser una solución que quiera alguien.

Otra solución que no lo es: deshacerse de las viejas élites y sustituirlas por nuevas élites más cercanas al pueblo. Pero, ¿qué es el pueblo? ¿En qué se diferenciarían las nuevas élites de las antiguas? Otra solución ilusoria es cambiar el contenido de la educación de manera que se restablezca la vieja moral, la autoridad patriarcal y cierta misoginia. Los populistas de todo el mundo son antifeministas. ¿Qué problema se resolvería volviendo a poner a las mujeres en su sitio? Deportar a los inmigrantes también es una solución ilusoria. ¿Qué es un inmigrante?, ¿y durante cuántas generaciones? Dada la mezcla de orígenes de todos los pueblos de Europa, la definición sería objeto de infinitas controversias. Expulsar a los inmigrantes, suponiendo que fuera legalmente posible y humanamente aceptable, no crearía empleo adicional para las poblaciones autóctonas. Los inmigrantes están aquí porque necesitamos su mano de obra y sus cualificaciones. ¿Debemos introducir el proteccionismo? Otra ilusión, ya que es imposible definir un solo producto o servicio que no sea el resultado del comercio internacional. Esto es válido tanto para nuestra agricultura, mejorada por los organismos genéticamente modificados (OGM) estadounidenses, como para todos los productos industriales.

'Nacionalizar' todo lo que consumamos significaría destruir nuestras opciones y nuestro poder adquisitivo. Esa es la paradoja del populismo: denunciar y no proponer nada. O proponer todo un catálogo de ilusiones. Y, sin embargo, el populismo funciona y conquista a una parte cada vez mayor de la población. ¿Cómo explicar esta paradoja?

El auge del populismo se basa en pilares sólidos. El primero es la desconexión entre las élites políticas y el pueblo. Los políticos se han convertido en comunicadores. No son hombres de relaciones ni de soluciones. Otra causa del populismo en este momento es la inflación. La gestión demagógica de nuestra moneda por parte del Banco Central Europeo está provocando subidas de precios que erosionan nuestro poder adquisitivo. Somos cada vez más pobres. Y esta inflación nos impide hacer planes a largo plazo, ya se trate de crear una empresa o de comprar una vivienda. La tercera causa del populismo es la inmigración, o más bien la incapacidad de los gobiernos para gestionar los flujos migratorios. La culpa no es tanto de los inmigrantes como nuestra, por nuestra incapacidad para escucharlos, a pesar de que su único deseo es convertirse en europeos como los demás.

¿Cómo explicar la mediocridad de la clase política y de su discurso? El reclutamiento de esta clase política es una explicación, pero no la única. Tradicionalmente, la clase política proponía visiones de futuro; los partidos tenían una doctrina, una ideología. Ya no es así. El socialismo no es más que un recuerdo. Mejor así. Pero, ¿con qué sustituye la izquierda el socialismo? Con nada. Esto lleva a sus antiguos votantes al populismo.

¿Y la derecha? Antes era conservadora, cristiana y liberal. En qué se ha convertido está menos claro, en gran parte, por cierto, gracias a sus éxitos: la Unión Europea, una diplomacia común, el reconocimiento del papel esencial de las empresas en el progreso económico, el avance de la igualdad de los sexos, el rechazo de la xenofobia. Todo esto era y sigue siendo el programa de la derecha liberal y conservadora. Pero como se trata de éxitos consolidados, la derecha titubea ahora. No está suficientemente orgullosa de su historial y lo más emocionante que puede ofrecer es lo que ha conseguido en el pasado.

Esta anemia del discurso político me parece –tanto como la inflación o la inmigración– la vía por la que se cuelan los populistas. No nos preocuparíamos demasiado si estos populistas no fueran peligrosos, pero llegarán a serlo. Cuando los populistas proponen soluciones que no son soluciones, están condenados o bien a la rivalidad entre ellos, como los fascistas en la década de 1930, o bien a provocar tanta discordia que la guerra civil no está lejos. Fíjense en Hungría y en Polonia hoy en día. No propongo que entremos en este ciclo y odiemos a los populistas, que son ciudadanos como ustedes y como yo. Pero debemos llamar la atención sobre el peligro que estos populistas representan para sí mismos: corren el riesgo de intoxicarse y creer que la falta de soluciones es la verdadera solución.

Aquí estamos, en un callejón sin salida, con la izquierda divagando, la derecha titubeando y los populistas mintiendo. Si mi diagnóstico es más o menos correcto, la solución no está fuera del alcance. Corresponde a la derecha responsable restablecer la verdad sobre los enormes avances que ha introducido en Europa y demostrar que continuar por la senda liberal nos permitiría avanzar aún más. La senda liberal pasa por reducir el coste de la Administración, dedicar los fondos públicos a los más humildes, dar prioridad a la sanidad y a la educación públicas y defender el derecho frente a la violencia de Putin en el orden internacional. Esto es de sobra conocido, me dirán, pero no se repite lo suficiente.

El liberalismo es sencillo y justo frente al riesgo real del populismo. No conozco otras respuestas; no oigo ninguna. Con modestia, por favor. El liberalismo no es correcto en sí mismo; solo es justo cuando escucha a los demás, incluso a aquellos con los que no está de acuerdo. El liberalismo no es una marca registrada, sino un marco para el intercambio intelectual y filosófico.

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Anual
Un año por 15€
110€ 15€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
5 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 5 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios