La importancia del pragmatismo en momentos complicados
No se puede entender lo que está pasando y que se proyecta en el mundo sin considerar cuáles son las principales motivaciones. Recursos naturales, energía y sus costes como la base competitiva para el desarrollo de la tecnología, de las políticas de defensa y económicas
No se puede entender lo que está pasando y lo que se prospecta en el mundo sin considerar cuales son las principales motivaciones. Recursos naturales, energía y sus costes son la base competitiva para el desarrollo de la tecnología, de las políticas de defensa y ... económicas.
El acceso a los recursos naturales y la energía es un factor clave para la competitividad económica, el desarrollo tecnológico y la seguridad nacional. La disponibilidad y el coste de la energía influyen en la capacidad de un país para innovar, mantener su infraestructura de defensa y sostener su crecimiento económico. Estos elementos interactúan y condicionan los movimientos geopolíticos que estamos presenciando.
Recursos naturales y desarrollo tecnológico
Las materias primas estratégicas, como el litio, el cobalto, el níquel y las tierras raras, son esenciales para baterías, semiconductores y tecnologías avanzadas. El control y acceso a estos minerales permite a ciertos países impulsar industrias clave, mientras que aquellos que dependen de importaciones enfrentan vulnerabilidades.
El coste y la disponibilidad de estos recursos pueden acelerar o frenar el desarrollo de nuevas tecnologías, desde la inteligencia artificial hasta las energías renovables.
El coste de la energía, en particular de la electricidad y los combustibles, influye directamente en la competitividad industrial. Los países que invierten en energías renovables reducen su dependencia de los combustibles fósiles y fortalecen su seguridad energética.
Geopolítica y capacidad energética
El acceso a petróleo y gas sigue siendo un factor de poder global, con disputas por recursos en regiones estratégicas como Oriente Medio y Rusia.
La soberanía energética, es decir, la autosuficiencia en el suministro energético, es un factor estratégico para reducir vulnerabilidades en caso de conflictos o crisis. Para algunos países, el control de estos recursos se ha convertido en un arma de negociación o presión geopolítica.
La inversión en I+D en defensa impulsa el desarrollo de energía nuclear, almacenamiento energético y tecnologías avanzadas con aplicaciones tanto civiles como militares.
Es fundamental diversificar las fuentes de energía para reducir la dependencia de un solo proveedor. Invertir en tecnologías de extracción y eficiencia mejora la explotación de recursos con menor impacto ambiental y menores costes. Asimismo, establecer alianzas estratégicas y acuerdos internacionales garantiza el acceso a materiales críticos y fomenta el desarrollo tecnológico.
La lucha por el control de los recursos estratégicos
El coste y la disponibilidad de los recursos naturales y la energía no solo determinan la competitividad industrial y tecnológica, sino que también influyen en la política de defensa y la estabilidad económica de un país.
El acceso a estos recursos define alianzas, genera tensiones y marca la competitividad global. La disputa por tierras raras y metales estratégicos ilustra esta dinámica: China controla gran parte del suministro mundial de tierras raras, esenciales para semiconductores, baterías y defensa, lo que genera tensiones con EE UU y la UE, que buscan diversificar su acceso.
En cuanto al litio y al cobalto, la demanda de estos minerales ha convertido a países como Chile, Australia y la República Democrática del Congo en puntos clave de la competencia global. Las grandes potencias buscan acuerdos, exploran nuevas fuentes y desarrollan tecnologías para reducir su dependencia de actores dominantes.
El control de las fuentes de energía siempre ha sido una herramienta de poder, como lo demuestra el caso de Rusia y el gas natural. La invasión de Ucrania evidenció cómo Rusia utilizó el suministro de gas como arma de presión sobre Europa, acelerando así la transición europea hacia energías renovables y la búsqueda de nuevos proveedores.
En cuanto al petróleo en Oriente Medio, a pesar del auge de energías alternativas, su control sigue siendo un punto de conflicto y estrategia geopolítica, con países como Arabia Saudita, EE UU e Irán en el centro del escenario.
China y la transición energética
China se ha convertido en un actor clave en la transición energética, dominando la fabricación de paneles solares y baterías, lo que le otorga una gran influencia en la nueva economía verde.
Las naciones buscan diversificar sus fuentes energéticas para evitar la dependencia estratégica de sus rivales. Al mismo tiempo, las grandes potencias lideran esta competencia.
Asegurar el control de los recursos energéticos también pasa por estrategias militares. Establecer bases en zonas estratégicas y controlar rutas marítimas y oleoductos resulta clave. El mar es tan estratégico como el espacio.
Ejemplo de ello es el estrecho de Ormuz, donde Irán tiene una posición clave, o el mar de China Meridional, donde China mantiene disputas con países vecinos.
Inversión en energía nuclear
La inversión en energía nuclear es otro factor relevante, tanto para la defensa como para garantizar la independencia energética. Países como Francia, EE UU y China están apostando por su desarrollo.
La lucha por el dominio tecnológico también está marcada por las tensiones entre EE UU y China en la industria de los semiconductores. EE UU ha impuesto restricciones a la exportación de chips avanzados a China debido a su uso en inteligencia artificial y defensa.
En cuanto a la energía verde, países como EE. UU., la UE y China están invirtiendo en energías renovables, no solo por el cambio climático, sino también para reducir su dependencia de recursos externos.
La geopolítica actual está definida por la lucha por el control de los recursos estratégicos, la independencia energética y la supremacía tecnológica. Las naciones buscan asegurar su acceso a materias primas y energía, al tiempo que desarrollan estrategias para reducir su vulnerabilidad frente a sus rivales.
Esto genera alianzas, tensiones y, en algunos casos, conflictos directos. En los próximos años, la competencia por la soberanía energética y tecnológica se acelerará. Los países apostarán por la innovación, los acuerdos estratégicos y las medidas de seguridad para no quedar rezagados en la competencia global.
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