La Tercera
Peregrinación
Nuestro continente está surcado por las huellas de peregrinos que siempre han sabido que el norte y el sur, el este y el oeste de Europa están unidos por un centro común
La hora de Europa
El valor supremo de la información
Erik Varden
Ser peregrino está de moda. Las personas más inverosímiles parten con zapatillas deportivas y mochilas rumbo a destinos con pretensiones más o menos plausibles de ser lugares de peregrinación. No todos son sagrados. La tumba de lord Byron en Hucknall o la de Jim Morrison ... en Père Lachaise atraen a multitudes. Sin embargo, aun en esta época secularizada, estos lugares quedan eclipsados por las legiones que siguen los senderos de la Cristiandad que conducen a Walsingham, a Roma, a Lourdes o al irresistiblemente atractivo Santiago de Compostela, el destino más querido de todos.
La leyenda del ministerio de Santiago en España encaja en una tipología narrativa de la era apostólica, similar a los relatos de la predicación de santo Tomás en la India y de san Marcos en Egipto. No debemos descartar tan fácilmente estas leyendas como patrañas piadosas. Un vistazo al mapa de las travesías de san Pablo muestra cuánto viajaban los primeros cristianos y revela un mundo antiguo de interconexiones. Antes de la Ascensión, Jesús ordenó a los Apóstoles «id y haced discípulos a todos los pueblos». La orden se cumplió.
Las tumbas de los apóstoles, diseminadas por la 'oikoumene', el mundo habitado de la Antigüedad, fueron desde el inicio lugares de reunión de los cristianos, cual vínculo tangible con hombres que habían sido amigos de Dios, que habían tocado la eternidad encarnada. Con el paso de los siglos y el desmoronamiento del imperio romano, estos santuarios apostólicos adquirieron una mayor relevancia como monumentos de cohesión civilizatoria.
Un apóstol es una parte que representa un todo: los Doce están siempre implícitos en el uno. Visitar una de estas tumbas era una forma de tocar la base común de una nueva humanidad que buscaba vivir según principios de justicia, misericordia y fraternidad. Dios sabe que esta aspiración ha sido a menudo defraudada. El principio es válido: 'corruptio optimi pessima'. Sin embargo, la corrupción no siempre fue la regla. La visión cristiana del mundo, y del hombre, ha producido ejemplos perdurables de caridad social que, en su mejor expresión, han transformado las políticas haciéndolas amablemente humanas. Hay dulzura en el legado apostólico. El reposo que los cansados peregrinos encuentran cuando se arrodillan ante los huesos de los apóstoles es suave.
En épocas anteriores, la peregrinación a estos lugares sagrados se imponía a veces como penitencia por delitos cometidos, para fomentar un cambio interior en sus autores y reparar a los agraviados. Esta disciplina desbordaba los contextos nacionales. Las distancias podían ser enormes. La verdadera peregrinación tiene una dimensión trascendente tanto metafísica como geográfica. Se cruzan fronteras, pero estas resultan irrelevantes dadas las circunstancias.
Vemos un ejemplo de esta lógica en la historia de Ragna Åsolvsdotter, una mujer que vivía en la costa occidental de Noruega a principios del siglo XIV. Exasperada por su marido borracho, un día decidió darle una lección. Lo hizo remar hasta un islote y lo dejó allí. Subió la marea. El islote quedó sumergido. El marido se ahogó. No me atrevo a especular si esto último también fue planeado. En cualquier caso, la tragedia fue real, al igual que el escándalo que la acompañó. Los anales cuentan que se le ordenó a Ragna que caminara hasta la tumba de Santiago en Compostela, para expiar allí su fechoría. Al no poder hacerlo, se le ofreció la posibilidad de construir una iglesia en honor de Santiago en su pueblo. La capilla, consagrada en 1309, sigue en pie como un símbolo de Galicia en el brazo de un fiordo noruego.
Estos relatos abundan en el norte de Europa. Estamos acostumbrados a imaginar grupos de peregrinos que se dirigen hacia el sur. Olvidamos fácilmente que el tráfico también iba en sentido contrario. A este respecto, hay un capítulo esclarecedor en la 'Passio Olavi', un registro de milagros ocurridos cerca de las reliquias del rey mártir de Noruega, san Olav, muerto en combate en 1030. La 'Passio' fue editada por el segundo arzobispo de Nidaros (la Trondheim medieval), Eystein Erlendsson (hacia 1120-88), un hombre erudito formado en la célebre abadía de San Víctor en París.
Allí se menciona a «dos hermanos españoles de Galicia» que se dirigieron a pie a la tumba de san Olav en Trondheim. Los hermanos habían hecho cosas terribles: asesinaron a su madre y a su padrastro, luego a un fugitivo de paso y después a cinco monjes de un monasterio, al que prendieron fuego para coronar su crimen. Presos y juzgados, se les ordenó caminar encadenados por todos los países de la Cristiandad. «La fama de san Olav –señala la 'Passio'– los trajo hasta nuestras remotas costas». Cuando llegaron, el más joven estaba a las puertas de la muerte, con los miembros infectados e hinchados por las lastimaduras del hierro de las cadenas. «Pero una mañana mientras se cantaban laudes ante el altar de san Olav fue liberado de sus grilletes y quedaron sanadas sus llagas».
Las fuentes medievales llaman a Olav 'vir apostolicus', «un hombre apostólico». Pero en ningún momento de la historia la tarea apostólica se limita al pasado. La misión particular de Olav le fue revelada en un sueño que tuvo cerca de Cádiz en 1013, cuando con casi veinte años se sintió atraído por el capricho de cruzar el estrecho de Gibraltar. El joven, en cambio, obedeció a su sueño y navegó hacia el norte; pasó el invierno en Ruan, donde fue bautizado; luego reclamó el reinado de su país, promulgó legislación cristiana y unificó la nación.
Ragna se dirige hacia el sur; los hermanos gallegos viajan hacia el norte; Olav recibe su llamada a la realeza noruega frente a las costas españolas. Estas historias muestran un eje milenario que se formalizó esta primavera cuando, de modo visionario, Galicia ofreció a la ciudad de Trondheim el hito más septentrional del mundo en el camino de Santiago. Esta piedra, colocada frente a la catedral católica de Trondheim, será bendecida el 29 de julio, fiesta de san Olav, Rey Perpetuo de Noruega, durante la octava de Santiago, Patrón y Protector de España.
La distancia física entre Trondheim y Compostela es de 3.502 kilómetros. Imaginariamente, no obstante, estos dos santuarios –uno que alberga las reliquias de un apóstol, el otro las de un 'vir apostolicus'– se yuxtaponen. Nos recuerdan que la realidad que llamamos 'Europa' no es solo el resultado de una estrategia, de una política financiera o del libre movimiento de mercancías. Nuestro continente está surcado por las huellas de peregrinos ricos y pobres, antiguos y modernos, que siempre han sabido en sus entrañas que el norte y el sur, el este y el oeste de Europa están unidos por un centro común que puede emerger en cualquier lugar, planteando, a modo de pacto, la reconciliación, la justicia y la amistad entre los pueblos como objetivos alcanzables.
En un momento en que la estabilidad de Europa está amenazada, en que cada vez nos cuesta más articular qué es Europa, merece la pena tener esto en cuenta.
es monje trapense y obispo de Trondheim
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