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EDITORIAL

Represalias contra quien denunciara la alcantarilla

Ante la negativa del fiscal Grinda a aceptar semejante extorsión, el Ministerio del Interior retiró la escolta al fiscal y el de Exteriores le descabalgó de un destino al que optaba en Bolivia

Editorial

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Hasta que las pruebas fueron prácticamente irrefutables sobre la persistente erupción corrupta en el seno del PSOE, los ministros y altos cargos del partido tendieron siempre a incluir en «el fango de la fachosfera» cualquier denuncia surgida de las alcantarillas del sanchismo, donde hacían guardia los fontaneros y fontaneras de Ferraz. Le ocurrió, por ejemplo, al fiscal José Grinda cuando denunció que estaba siendo sometido a un chantaje, según el cual la famosa Leire Díez avalaría su recluta en una operación para destruir al jefe de la Fiscalía Anticorrupción, Alejandro Luzón. Ante la negativa de Grinda a aceptar semejante extorsión, casualmente el Ministerio del Interior retiró la escolta al fiscal y el de Exteriores le descabalgó de un destino al que optaba en Bolivia y para el que tenía el aval de la Fiscalía General del Estado. No les importó a Grande-Marlaska ni a Albares que Grinda y su familia estuvieran amenazados por la mafia rusa.

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