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EDITORIAL

Suicidio político de un populista

Las instituciones peruanas se han mantenido leales al orden constitucional, pero no cabe el optimismo en un país cuyo equilibrio de poderes constituye una trampa política

Editorial ABC

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El día que enfrentaba la tercera moción de censura por «incapacidad moral» para ejercer el cargo de presidente de Perú, Pedro Castillo decidió dar la razón sin ambages a sus opositores, perpetrando un absurdo golpe de Estado. Mientras anunciaba la disolución del Congreso, la reorganización ... del Poder Judicial y la eventual convocatoria de un congreso constituyente –medidas copiadas del 'Fujimorazo' de hace 30 años–, a Castillo le temblaban las manos. Era un despropósito tan grande para un hombre de tan poca envergadura política que rápidamente quedó aislado y fue detenido cuando se dirigía a la Embajada de México, en la que pretendía asilarse. Su dictadura duró poco más de tres horas, lo que tardó el Congreso en aprobar su destitución y nombrar a la vicepresidenta Dina Boluarte como sucesora.

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