La sombra de Aldama en Barajas

Un encuentro entre un ministro y la vicepresidenta de una dictadura extranjera no es una cita menor, máxime cuando la reunión de urgencia buscaba evitar que Delcy Rodríguez incumpliera la sanción europea que le impedía pisar suelo español. Sin embargo, el hombre central del caso Koldo y al que se le presupone un enriquecimiento ilícito de más de 50 millones de euros, fue capaz de acceder al espacio VIP singularmente protegido y se adentró en un encuentro gubernamental de alto nivel. Una escena tan insólita arroja demasiados interrogantes. ¿Qué hacía Víctor de Aldama en aquella terminal? ¿Quién le autorizó a acceder a un espacio reservado y cuyo acceso depende directamente del Ministerio del Interior? ¿Por qué el nombre de Víctor de Aldama jamás se pronunció en las pobres explicaciones con las que el Gobierno intentó zanjar el encuentro con Delcy Rodríguez? ¿Por qué un comisionista implicado en un caso de corrupción puede acabar sustituyendo a un expresidente como José Luis Rodríguez Zapatero en la representación de una aerolínea como Air Europa que, posteriormente, fue rescatada por el Gobierno? ¿Pudo Víctor de Aldama recoger algún mensaje o alguna mercancía? ¿Desde cuándo miembros o exmiembros del Gobierno de España tienen contacto con esta persona y qué función cumplía en un trámite tan delicado como el diálogo con Delcy Rodríguez?

A falta de que vayan desentrañándose estos y otros detalles, parece claro que Víctor de Aldama se destaca como la persona central de una estructura que cada día reúne nuevos nodos. De una parte, la trama original de las mascarillas de Koldo, donde Aldama es un implicado directo. Su presencia en la terminal de autoridades con Delcy Rodríguez le vincula directamente con Venezuela, una dictadura capaz de movilizar suculentos incentivos, y es indiciaria de una familiaridad y acceso al Gobierno de España. Asimismo, es revelador su vínculo con Air Europa, donde asume una tarea que previamente había sido encomendada al expresidente Zapatero. Y finalmente, no puede obviarse el encuentro de Víctor de Aldama con la mujer del presidente, Begoña Gómez, en fechas muy próximas al rescate de la compañía.

Los esfuerzos del Gobierno por convertir este caso en un suceso aislado de corrupción periférica del PSOE cada vez son más inverosímiles. La ausencia de explicaciones solventes no hace más que abonar sospechas racionales y justificadas que van ganando consistencia según avanzan las investigaciones. El silencio del presidente del Gobierno y los intentos de opacar la información con sucesivos globos sonda resulta inútil y todo apunta a que progresivamente iremos conociendo más detalles de una trama que no deja de crecer. Y es posible que sólo estemos atisbando la punta del iceberg.