EDITORIAL
Podemos apunta al socialismo
La fragmentación de la izquierda radical es una mala noticia para el PSOE: no sólo Sánchez la necesita para mandar en España, sino que varios 'barones' requieren de su complicidad
La reaparición de Pablo Iglesias en la 'Uni de Otoño' de Podemos con un durísimo ataque a Yolanda Díaz –a la que no nombró en ningún momento– ha expuesto descarnadamente la profunda división que aqueja a la izquierda radical. Este sólo sería un episodio más ... en la larga serie de luchas fratricidas que jalonan la historia de este sector político si no fuera por las consecuencias estratégicas que este lance tiene sobre las opciones del PSOE para mantenerse en el poder. La fragmentación de la izquierda podría mandar directamente a la basura los votos destinados a Izquierda Unida, a Podemos y a otras candidaturas en una treintena de provincias. Las principales víctimas de este desacuerdo serían los dirigentes socialistas que necesitan a estas fuerzas para completar sus mayorías en ciertas comunidades autónomas –Asturias, Aragón, Navarra, La Rioja y Valencia, por ejemplo– o garantizarse el control de la gestión de determinados municipios.
Esta crisis que se despliega con los ribetes dramáticos que Iglesias le impone a sus operaciones políticas, en realidad se remonta a su propia espantada cuando dejó la vicepresidencia en 2021 y le transfirió –sin hacer caso a más normas institucionales que sus propios deseos– el liderazgo de su sector a Díaz, que ni siquiera era militante de Podemos, sino de IU. Iglesias ocultó su arbitrariedad tras la cortina de humo de que iba «a combatir el fascismo en la Comunidad de Madrid» y tras fracasar ante Isabel Díaz Ayuso, anunció que dejaba la política: «Ya no sumo y me han convertido en un chivo expiatorio», sentenció.
La situación debe ser desesperada si Iglesias, para salvar los muebles, ha tenido que reaparecer de esta manera para evidenciar la liquidación conceptual del artefacto que él mismo alumbró: Unidas Podemos ni está unido, ni puede seguir siendo útil para la política por muchos aspavientos que hagan Montero o Belarra en el Consejo de Ministros. Calificar de «estúpida» la decisión de Díaz de no participar en las elecciones de mayo sólo tiene sentido si se trata de advertir a ésta de que su estrategia de presentarse como salvadora de la izquierda tras un descalabro electoral en las autonómicas y municipales resulta demasiado evidente. Es cierto que Díaz ha estirado mucho la cuerda de las expectativas de su espectro, esperando que Podemos cayera en sus redes por su propia falta de peso. Es una apuesta delicada para alguien que no tiene una potente estructura de partido detrás, pero no hay que olvidar que la vicepresidenta segunda es la líder 'in pectore' de Comisiones Obreras, un sindicato bien implantado en todo el país.
Los intereses en juego son muchos y eso le permitirá a Iglesias encontrar premio para sus exabruptos. Ir juntos es una necesidad, aunque sea bajo la forma de una coalición dentro de la coalición como parece sugerir Iglesias. Quien deberá mover ficha es el PSOE, que ha mantenido en mantillas a Yolanda Díaz con la esperanza de que se merendase a la parte de Podemos que Pedro Sánchez no ha podido absorber. Que la izquierda radical goce de buena salud en las urnas es fundamental para la superviviencia del proyecto político del presidente del Gobierno y de varios 'barones' socialistas. Si el flanco izquierdo no está bien asegurado, es imposible para los socialistas avanzar hacia el centro para disputar el voto a Núñez Feijóo.
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