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Un ministro para las divisiones

El Ministerio de Cultura siembra la división con el sesgo de sus empeños, decidido como está a convertir todos los frentes de gestión en batallas ideológicas más que culturales

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Uno de los peores síntomas del deterioro del espacio cívico en España está directamente relacionado con la gestión del ministro de Cultura, Ernest Urtasun. El departamento había sido siempre el bastión de los acuerdos por encima de los intereses partidistas, con logros históricos, como la ... ampliación del Museo del Prado, y más recientes, como el Estatuto del Artista, una iniciativa que salió del Congreso en plena moción de censura contra Rajoy con el respaldo de todos los grupos. Hoy el Ministerio de Cultura siembra la división incluso dentro de la izquierda con el sesgo de sus empeños, decidido como está a convertir todos los frentes de gestión en batallas ideológicas más que culturales, tal y como advirtió Urtasun en su primer día de ministro. Incluso en el PSOE critican su afán polarizador. En su balance destaca, por supuesto, su militancia antitaurina, que ha llevado a que los gustos de un ministro, como ocurría en tiempos autoritarios, se impongan a las leyes democráticas, puesto que Cultura tiene el mandato de la protección de la tauromaquia como patrimonio cultural legalmente declarado. Un ministro como él, con formación de diplomático, ha tenido la descortesía de negar un aplauso en la entrega de un reconocimiento cultural a El Juli. Además, ha eliminado el premio Nacional de Tauromaquia y ha impuesto un cordón sanitario a cualquier personalidad taurina, incluso antiguos galardonados, en las ceremonias de entrega de premios oficiales de su departamento, como ocurrió en Sevilla el pasado noviembre.

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