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La libertad suspende en Harvard

El supuesto pluralismo del que Harvard hace gala sirvió para propagar, como es evidente que ha sucedido, el antisemitismo, el racismo y una visión totalitaria del espacio académico

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La Universidad de Harvard ha sido la primera en negarse a aceptar las imposiciones de la Administración Trump en cuanto que le exige, entre otras medidas, la eliminación de los programas DEI (diversidad, igualdad e inclusión) y el control del antisemitismo, con lo que ... se arriesga a perder 2.000 millones de dólares de fondos estatales. La férrea posición de la universidad más antigua de los Estados Unidos en este asunto la ha elevado como defensora de la libertad frente a la nueva Casa Blanca, pero ¿y si esta vez Trump tuviera razón? Desde su llegada a la Presidencia de los Estados Unidos, el presidente toma medidas que resultan excéntricas en el Gobierno de la primera potencia del mundo, y esto no hace albergar esperanzas en que en el mundo académico vaya a acertar más que en materia comercial o de exteriores, pero si está terminando con la libertad de Harvard, ¿era Harvard una universidad libre? Desde hace décadas, las universidades norteamericanas en las que se forma, supuestamente, la élite de la intelectualidad occidental han sido ocupadas por dinámicas políticas que las han convertido en una cosa muy distinta a la que deberían ser. Los espacios de la búsqueda de la excelencia académica, el esfuerzo, el mérito y el intercambio de ideas, libre y sagrado, han sido tomados poco a poco por políticas identitarias que han deformado sus objetivos.

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