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La fiesta terminó

Alvise Pérez no es el único al que se le ha caído la máscara de líder salvador que lucha contra el sistema. Le han precedido otros que, con mejor suerte que él, empezaron atizando a «la casta» y acabaron siendo un mero ejemplo de ella

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Pronto se ha retratado Alvise Pérez ante sus propios seguidores como un oportunista de la política, el típico producto ocasional de los comicios europeos, en los que los electores se dan el gusto, a veces, de votar candidatos grotescos. Lo cierto es que Pérez siempre ... dijo que quería la inviolabilidad y la inmunidad que le proporcionaría el escaño en Estrasburgo para blindarse frente a futuras querellas. Pérez se victimizaba de forma preventiva porque anunció archivos y audios que demostrarían la corrupción de jueces, empresarios y políticos. Ya tiene el escaño y de estas pruebas de corrupción no se sabe nada. Sí se sabe de este fustigador del sistema que recibió cien mil euros en metálico y sin declarar a Hacienda de un empresario de criptomonedas que es investigado por la Audiencia Nacional y que, avisado él de quién era su interlocutor, grabó conversaciones demoledoras con Alvise. Portavoz del hartazgo de muchos ciudadanos y hábil manipulador en redes sociales, el dirigente de Se Acabó la Fiesta (SALF) ofreció a este empresario cambios legislativos sobre criptomonedas, porque se veía a sí mismo como la pieza clave de una mayoría de cambio con PP y Vox. Peores han sido sus explicaciones, con las que justifica no haber pagado a Hacienda, porque es un autónomo acosado a impuestos, e invita a sus seguidores a hacerlo, como si el ciudadano medio, sujeto a nómina, pudiera o quisiera comportarse con la falta de ética de este estrafalario sujeto.

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