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Otro escenario de propaganda

A Sánchez solo le interesa el diálogo con los nacionalismos vasco y catalán, es decir, el trato privilegiado y preferente con territorios «amigos», que rompe la solidaridad y la igualdad entre españoles

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Pedro Sánchez pretende utilizar de nuevo la Conferencia de Presidentes autonómicos como un foro a la medida de sus urgencias políticas, aun a costa de degradar este foro de debate entre administraciones públicas, tan necesario para la coordinación de los intereses generales. El federalismo –o confederalismo– del PSOE resulta ser de cartón piedra, porque todo aquello que se corresponde con el modelo constitucional de organización descentralizada del Estado le resulta repelente, lo desprecia y lo manipula. Tanto da que sea la Conferencia de Presidentes o el Senado. Al Gobierno solo le interesa el diálogo con los nacionalismos vasco y catalán, es decir, el trato privilegiado y preferente con territorios «amigos», al modo y uso del Antiguo Régimen, que rompe la solidaridad y la igualdad entre españoles para instaurar un modelo de cosoberanía inconstitucional. «España y Cataluña, somos países...», como declaró Sánchez hace unos días en Barcelona, dan verbo al binomio paritario que alimenta al secesionismo y lo mantiene en el poder.

El guion de La Moncloa para la Conferencia de Presidentes del próximo 6 de junio es típico de la factoría presidencial: vivienda, formación profesional y universidades, materias sobre las que el Gobierno central apenas tiene competencias, pero sobre las que primero legisla a sus anchas y luego pregunta –o simula que pregunta– a las comunidades autónomas. Sin duda, son asuntos de interés ciudadano, pero más le importa al ciudadano saber cómo va el cumplimiento de las promesas de Sánchez sobre construcción de vivienda pública o sobre la mejora real, no ficticia, del mercado de alquileres. Lo mismo sucede con las universidades, sometidas a un súbito prurito de preocupación del Gobierno central, básicamente para satisfacer los apetitos ideológicos de la izquierda extrema contra las universidades privadas, mientras permanece con los brazos cruzados ante los problemas de la oferta pública de enseñanza superior.

Si el Gobierno quiere dar contenido a un encuentro institucional con presidentes autonómicos, tiene que hablar de financiación, pero este es un debate absolutamente intoxicado por el presidente del Gobierno desde el momento en que no es capaz siquiera de presentar ante el Congreso de los Diputados un proyecto de ley con los Presupuestos Generales del Estado; y en tanto en cuanto sus iniciativas sobre financiación autonómica siempre se basan en privilegiar a Cataluña frente al resto de comunidades autónomas.

Convocar a los presidentes autonómicos sin un orden del día económico es tomarles el pelo, con la sola finalidad de crear el decorado en el que Pedro Sánchez volverá a hacer anuncios de segunda o tercera mano, atacará al Partido Popular y retornará a La Moncloa tan vacío como llegó. No es admisible este juego tramposo con organismos creados para fines más relevantes, incardinados en el desarrollo constitucional de la organización autonómica del Estado y orientados a mejorar las políticas públicas que condicionan el día a día de los ciudadanos. Sánchez gobierna con el agobio de quien se sabe acorralado por los escándalos y sin margen de acción política. Sólo le queda generar conflictos, polarizar a la sociedad y enfrentar a territorios y gobiernos, para mantener un cierto nivel de movilización de la izquierda y de sus socios parasitarios.

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