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editorial

Los deslices trumpistas del PSOE

La queja del PSOE está vacía de cualquier razón legal y solo responde a un propósito táctico: evitar que la investidura de Sánchez dependa del prófugo Puigdemont

Editorial ABC

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El Partido Socialista ha anunciado que presentará recurso contencioso-electoral ante la Sala Tercera del Tribunal Supremo para conseguir que se revisen los 30.000 votos nulos recogidos por las mesas electorales de la Comunidad de Madrid. Los socialistas ya han recibido dos decisiones contrarias a su petición. La primera fue de la Junta Provincial de Madrid. La segunda, de la Junta Electoral Central. Ambas Juntas coincidieron en el mismo argumento para rechazar las peticiones socialistas: no hay el más mínimo indicio de irregularidad que justifique la revisión del voto nulo. Los socialistas, sin duda, miran al Tribunal Supremo, pero apuntan al Tribunal Constitucional como última opción para lograr su objetivo de recuperar el último escaño por Madrid, ganado por el Partido Popular gracias al voto emitido en el extranjero.

Los socialistas están dando un mal ejemplo. Hasta el día de hoy, Pedro Sánchez no ha reconocido la victoria de Alberto Núñez Feijóo. Es un gesto tóxico, de mal perdedor, de esos que se reprochan a Donald Trump, y con razón. Recuperen o no ese escaño por Madrid, el resultado seguirá siendo el mismo: el PP ganó las elecciones del 23-J y el PSOE las perdió. Con esta actitud antidemocrática como punto de partida, los socialistas aspiran a revertir el resultado del voto extranjero en Madrid con una súbita preocupación por el voto nulo en la capital. Que estén en su derecho de recurrir ante el Tribunal Supremo no impide reconocer en el PSOE un estado de crispación por haber perdido las elecciones. Y esta crispación explica una petición tan extravagante como la de revisar, uno por uno, los 30.000 votos nulos recogidos en las más de 7.000 mesas electorales de la Comunidad de Madrid. La única razón de su petición es que, a lo mejor, de entre esos votos nulos algunos pueden ser válidos y de estos, puede que el PSOE gane al PP y, además, con una diferencia suficiente para revertir el voto del extranjero. Esto no es más que una especulación que arroja sobre el resultado electoral una sombra innecesaria de irregularidad que el PSOE no ha sido capaz de concretar. ¿Hay papeletas marcadas, duplicadas, con alteraciones en los nombres? Nada dicen los socialistas, a quienes no importa sembrar de incertidumbre el camino hacia la constitución del nuevo Parlamento, la próxima semana.

La queja del PSOE está vacía de cualquier razón legal y solo responde a un propósito táctico: evitar que la investidura de Pedro Sánchez dependa de los votos de Junts per Catalunya, es decir, del prófugo Carles Puigdemont. Los socialistas apuraron en todo lo posible la fotografía de los socialistas navarros con Bildu, en pleno acuerdo para la abstención de los abertzales, sin la cual María Chivite no sería reelegida presidenta del gobierno navarro. Ahora, los socialistas quieren evitar una foto con los dirigentes de un partido golpista mendigando su voto favorable. Probablemente, la abstención de los diputados separatistas les exigiría una gestión más discreta. En todo caso, la historia de la anterior legislatura se repite y Sánchez se vuelve a presentar como líder de una coalición de intereses contrarios al orden constitucional.

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