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EDITORIAL

Assange no es un periodista

Lo que más socavó su credibilidad fue su sesgo político radical, sus filtraciones nunca afectaron a Putin, a Maduro, a Irán o a China. Al contrario, sirvieron a los intereses de esos países para socavar a Occidente

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Julian Assange, el cautivo más famoso del siglo XXI, ha llegado como un hombre libre a Australia, su país natal, tras declararse culpable de un delito de conspiración para obtener y revelar información relacionada con la seguridad nacional de Estados Unidos. Su repentina liberación ... ha sido fruto de un complejo acuerdo entre distintos gobiernos. El Reino Unido dejó libre bajo fianza a Assange, que estaba preso a la espera de que se resolviera su juicio de extradición a EE.UU., estos aceptaron que el acusado admitiera su culpabilidad por tan sólo uno de los 18 delitos que se le imputaban y que lo hiciera ante un tribunal situado en los confines del país, y Australia asumió la logística de los traslados y la custodia. Si alguien puede apuntarse un éxito en esto es el primer ministro laborista australiano, quien convenció a todas las partes de que después de cumplir 62 meses en la prisión de Belmarsh y siete años recluido en la embajada de Ecuador, nadie tenía nada que ganar en este asunto.

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