TIGRES DE PAPEL
La tercera España no existe
El problema de los partidos de centro no es que estén equivocados, es que están borrachos de razón
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Iniciar sesiónLa Tercera España no existe. Es un 'deus absconditus' al que rezan muchas almas buenas confiando en que la promesa, algún día, acabe por cumplirse. Sobre recursos certeros pero manidos y hasta inductores del sueño (Chaves Nogales, los hunos y los hotros, una de ... las dos Españas ha de helarte el corazón…) cada poco tiempo en nuestro país se congregan algunos justos para reivindicar una cordura transversal. Siendo sinceros, diremos que la tercera España la componen muchas veces algunos huérfanos de izquierdas que en sus convicciones añoran, como quienes echan de menos la basquiña y el guardainfante, una izquierda jacobina, escrupulosa en el imperio de la ley, moderada en las formas y capaz de dialogar fraternalmente con el adversario. Un hierro de madera, vaya.
Para ser justos, en esa síntesis virtuosa también hay gente de-derechas-pero-poco, aunque siempre un algo. Gente que reivindica el pragmatismo de la economía de mercado y que, aunque trabaja una cierta ortodoxia en las maneras, jamás se identificaría con la derechona. En España, sospechan, cuando rascas todo son franquistas y sotanas, y en el fondo ellos lo que son es otra cosa. La tercera España nunca acaba de ser el héroe que se sueña, como don Quijote. Pero su problema no es que esté loca, sino que está borracha de razón, y cuando uno está en lo cierto tiende a pensar que con eso basta. Como las pobres parejas que confían en que con el amor es suficiente.
Pero la tercera España yerra, sobre todo, cuando aspira a configurar un nuevo partido a golpe de manifiestos y de defender lo razonable. ¡Un esfuerzo más!, que gritara Sade. Ahora, una colección de intelectuales de valía a los que admiro propone configurar la enésima mutación de un partido transversal que represente, sorpresa, a una España tercera. UPyD, Ciudadanos, Valents, Nexo… encarnan meritoriamente una misma utopía que, sin saberlo, supone un fracaso melancólico favorable al sanchismo.
Defender que la tercera España debe arraigar en una nueva formación política es asumir un marco petrificado en el que la gente razonable, prudente y leal no tendría espacio en nuestros dos partidos mayoritarios. Nuestro país no necesita una nueva oferta en el menú, lo que nos faltan son socialdemócratas cabales y legalistas dentro del PSOE y una derecha que no fibrile cuando escuche tres palabras en euskera. En ambos extremos cabrá mucha otra gente pero, sin estos mimbres en nuestros dos grandes partidos, España estará perdida y no habrá nuevo partido que la salve. La tercera España tan sólo debería ser la expresión prudente de cualquier ideología con una dosis de activismo democrático. Que nadie malogre esfuerzos y aprendamos a perder. En la única España que existe no cabe un solo experimento más.
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