TIGRES DE PAPEL
Legislar la lengua
Cojan un diccionario o una gramática y ahí encontrarán la verdadera constitución
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Iniciar sesiónDicen que el poder tiende a hacerse invisible, pero en el fondo suele ser muy sencillo detectar quién manda. Son las reglas que rigen el lenguaje y su uso las que determinan el principio de un imperio. Quien pueda pautar límites de lo decible y ... lo indecible es siempre el verdadero soberano. La costumbre es tan antigua que la tradición judía estableció, por ejemplo, la condición impronunciable del nombre de su Dios. En la antigua Grecia, Aristóteles, quién si no, compuso una 'Poética' para explicarnos cómo deben componerse las tragedias. Esa misma capacidad adquiere a veces tintes algo despóticos. Por eso hay a quien le preocupa más en qué idioma se rotulan los prostíbulos de La Junquera que la explotación a la que allí se somete a cientos de mujeres.
Pero volvamos a la lengua. Esta semana se ha levantado una importante polvareda al socaire de una tilde. Lo importante, al contrario de lo que pudiera parecer, no es la conveniencia de la marca diacrítica, sino la atención que convoca una leve modificación en el trazo de la escritura. Que una simple virgulilla atraiga el interés de toda una comunidad de hablantes y que los medios envíen a los periodistas a la salida del pleno de la RAE como cuando el cónclave elige a un Papa demuestra la intimidad y el afecto con el que las personas atesoramos las reglas que roturan el uso de la lengua. Heráclito dijo que el 'lógos', es decir, la razón o la palabra, todo lo rige. Por eso las leyes de la lengua, que es a su vez la universal legisladora, pasarían a ser las verdaderas leyes fundamentales. Ley de leyes.
Cojan un diccionario o una gramática y ahí encontrarán la verdadera constitución. Todo lo que se atrevan a decir o a pensar estará contenido en las normas que hacen posible el buen uso del lenguaje. Por eso Juan Ramón hacía algo parecido a una revolución cuando subvertía la ortografía y por eso algunos pensadores audaces estresaron hasta el límite las reglas y las leyes de la lógica. Jacques Derrida dejó dicho poco antes de morir, en una entrevista en 'Le Monde', que su único propósito habría sido dejar una huella en la lengua francesa. Esa en la que por ser judío y argelino siempre se sintió un extraño y a la que, según él mismo confiesa, tantas veces violentó.
El carácter normativo de las lenguas sirve para expresar, también, la condición de extranjería. Ya en la Biblia se advierte que a los de la tribu de Efraím se los distinguía y perseguía atendiendo a su incapacidad para pronunciar la palabra Shibboleth, que significaba «espiga». Y a los ingleses el acento les suele funcionar como un marcador de clase y no tanto como la evidencia de un lugar de origen. Ya me duele decirlo, pero tenía razón Nietzsche: no nos libraremos de Dios, afortunadamente, mientras sigamos creyendo en la gramática.
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