TIGRES DE PAPEL
¿Estrategia o principios?
En política, a veces, se traviste de aséptica estrategia lo que está asentado en convicciones robustas o hasta en delirios ideológicos
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Iniciar sesiónLos análisis sobre lo que debería hacer el PP con Vox constituyen un género literario en sí mismo. Bastante malo, por cierto, porque en cada consejo sólo transparecen las convicciones apriorísticas de quien lo enuncia. La derecha más dura del PP quiere coyunda con ... Vox, y lo legitima con argumentos pretendidamente estratégicos. Son sus hermanos díscolos y los quieren de vuelta en la mesa del comedor por Navidad. El sector más liberal siente una suerte de aversión hasta estética por los de Abascal y, de igual modo, busca razones electoralistas para justificar su posición ideológica. La toxicidad de Vox, para estos últimos, sería la causa de la condición mínima de la victoria electoral del 23J.
No les crean. Ni a unos ni a otros. En política, en demasiadas ocasiones se traviste de aséptica estrategia lo que está asentado en convicciones robustas o hasta en delirios ideológicos. Tampoco nos escandalicemos, los sesgos cognitivos operan en todos los ámbitos de la vida, aunque en cuestiones morales se convierten casi en soberanos absolutos.
Hemos naturalizado, a una velocidad impropia, que el orden político pueda resumirse en un régimen de grosera practicidad. En el fondo, quienes amagan con disimular el trasfondo ideológico de sus consejos se equivocan, porque resultaría muchísimo más noble arbitrar la relación con Vox desde las convicciones y no desde los cálculos de coste y beneficio. Las proyecciones electoralistas pueden equivocarse, pero la saludable defensa de los principios, y que Weber me perdone, tiene la enorme ventaja de resultar autotélica: su valor radica en su propia ejecución.
Personalmente no tengo ni la más remota idea de qué debería hacer el PP con Vox para ganar unas elecciones. Pero creo, en cualquier caso, que la rentabilidad inmediata puede ser un mal consejero. Salvo para los megalómanos o los tiranos, el poder no es un fin en sí mismo, sino un medio para. Y en ese fin último es donde el Partido Popular debería desentrañar hasta qué punto pueden hacerse compatibles sus principios con los de la formación de Abascal.
El PP debería, pues, preguntarse qué relación quiere tener con el partido de un García-Gallardo que es capaz de decir que el Co2 no es un gas contaminante. Debe desentrañar qué ODS exactamente le resulta problemático, qué vínculo quiere establecer con aquellos a los que los que la bandera LGTBI les supone un problema y si se encuentran cómodos al lado de un partido que monta saraos con disfraces del Cid e Isabel la Católica o que arrastra un trauma monomaniático 'antigüoque'. De hecho, si yo fuera Vox me gustaría que me tomaran en serio y no toleraría que nadie estableciera una relación utilitarista conmigo. Aparquen las estrategias, revisen sus principios y hagan política desde los principios de una vez. Un país les está mirando.
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