Díaz o el hundimiento cultural del PSOE

Desde la bodeguilla de Felipe González hasta la campaña de la ceja, el PSOE encontró en la cultura y sus lindes un favor natural. Era el gramaje extra que siempre inclinaba el tablero en su favor y un factor determinante en muchos momentos de nuestra vida política. Cada sigla tiene sus fortalezas y el universo socialista fue siempre prioritariamente artístico e intelectual. Del mismo modo que al PP se le presupone una especial pujanza en la gestión, en el alto funcionariado y entre los perfiles tecnocráticos, el PSOE solía ganar en la dimensión simbólica.

Ayer acompañaron a Yolanda Díaz algunas personalidades relevantes del ámbito académico y de las industrias creativas. Y no me refiero a la parte más visible, como Gioconda Belli, sino al conjunto de rostros que figuraban delante o detrás de la vicepresidenta. Que personas como Santiago Alba Rico o Remedios Zafra acompañen a Díaz es un signo que sólo alguien muy torpe podría infravalorar. Si yo tuviera que organizar una plataforma de izquierdas, esos serían algunos de los nombres a los que primero recurriría. Son intelectuales sólidos y muy capaces. Si a esa tracción intelectual le sumamos el sesgo generacional que imponen nombres como Elizabeth Duval o Inés Hernand, la descapitalización del PSOE se hace definitiva. Sumar no es Podemos, es un PSOE para menores de cuarenta que puede encontrar en el paso del tiempo y en la demografía a su mejor aliado a medio plazo.

No es una cuestión menor. Otro partido podría sobrevivir sin la centralidad cultural, pero el PSOE no. La proyección estética del socialismo empieza a palidecer al lado de Yolanda hasta parecer el partido más 'boomer' de todo el arco parlamentario. Hoy no existe un solo artista, poeta, filósofo o cineasta dispuesto a figurar con el logo de los socialistas detrás. Sin embargo, muchos se dan de codazos por tocar la túnica inmaculada de Díaz. El PSOE cree que la vanguardia cultural es asistir a la jubilación de Serrat mientras se abandona al imperio de un «boomerato», como diría Víctor Núñez, que acabará siéndole letal. Es muy probable que Sumar no le acabe dando los escaños necesarios al PSOE para gobernar, pero es seguro que lo que sí habrá hecho es arrebatarle al socialismo una de sus tradicionales fortalezas.