Notas sobre el Duende

En toda Andalucía la gente habla constantemente del Duende y lo descubre en cuanto sale con instinto eficaz. Yo le pregunto a Joey Belmonte, descendiente de un gran torero, qué es aquello del Duende y me dice que el concepto se ha pervertido a lo largo del tiempo y hay que volver a la descripción de Lorca. También asegura que lo ha visto en directo, toreando en la plaza: «Morante de la Puebla, aludiendo a la memoria sensorial, se viste de antiguo, con su traje de luces y entonces se fuma en puro. En aquel momento se mete en su papelón, invoca al Duende y de la Puebla se transforma». Belmonte cree que algunos toreros tienen Duende, como Rafael de Paula, Curro Romero o su propio bisabuelo, el 'Pasmo de Triana'. «No hablo del torero que hace la cruz cuando sale al ruedo. No hablo de la superstición. Hablo del Duende. El Duende es un espíritu que te arrebata el cuerpo. Es lo que ahora llaman un estado alterado de conciencia».

En Muerte en la tarde, Hemingway le decía a una señora que reconoce que le han gustado los toros:

–Señora, usted es una mística. Esta gente no la entiende.

Pero si hay que ser un místico para entender los toros, el flamenco y todo el sentimiento que envuelve la cultura española, este mundo primitivo le está vedado a nuestra cultura posmoderna. Nada de esto tiene sentido para quien tiene una vida artificialmente aprestada con prejuicios tradicionales, para quien se vela su verdadera naturaleza o sus raíces. La luz del Duende o la sabiduría ancestral de nuestra cultura se encuentra en los sonidos negros. No la encontraremos bajo la eléctrica luz de los reflectores del teatro, o en una performance suntuosa. El mundo académico hace muchos años que ha cesado de actuar como fuente de luz y de conocimiento hacia la verdadera cultura. Esto me lleva a la consabida conclusión de que la profundidad, hoy, no brota de la modernidad, sino en una familia andaluza, antigua, de casta.