después, 'naide'
¿Quién quiere los genes de Sydney Sweeney?
El guapo ofende, sobre todo al feo, por los eternos mecanismos de la envidia. Ahora esta guerra, a luz de los tiempos, se libra sobre el principio trucho de que no debería presumirse de buenos genes
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Iniciar sesiónLa lucha se ha establecido esta vez por un anuncio en el que Sydney Sweeney, una guapísima, aparece en un anuncio posando en ropa vaquera y el mensaje que superpone la marca sobre la foto es 'Good jeans' -buenos vaqueros-, estableciendo un juego con ' ... buenos genes', que en inglés se pronuncia igual. American Eagle ha tenido que responder ante una campaña que la acusaba de supremacismo blanco y de invitación a la eugenesia, y ha respondido que les den dos duros. La polémica se suscita en cuanto se celebra la genética de la tal Sweeney. Los buenos genes cuyas cadenas de ADN generan una señora como esta, aparecen señalados como indeseables pues no deberíamos establecer una injusta discriminación entre genes mejores y peores, unos que te conviertan en una mujer como un tren de los de Óscar Puente u otros que den lugar a un adefesio.
El guapo ofende, sobre todo al feo, por los eternos mecanismos de la envidia. Ahora esta guerra, que proviene de la luz de los tiempos, se libra sobre el principio trucho de que no debería presumirse de buenos genes, entendiendo por tanto que no hay genes buenos, ni malos. No deberían señalarse genes deseables en la medida en que hay gente que no los tiene, así que no deberíamos entender la bondad de un ADN, su forma preferible.
No digo ya ser una persona sana, aunque aquí, la no celebración de una genética sólida que le haga a uno evitar enfermedades choca con la eliminación de los no nacidos con alteraciones genéticas. Afirmar que hay herencias mejores que otras es fascista y exalta la supremacía blanca, pero después se abortan cien mil críos al año, empezando por los Síndrome de Down para traer al mundo solamente niños guapos y listos que con siete años se sepan los nombres de los dinosaurios y la tabla del nueve.
El woke y su turra dan sus últimas bocanadas y se derrumban en cataclismos como este en el que la marca venderá cientos de millones de dólares más que en las campañas en las que aparecía gente pretendidamente fea. Volveremos a ver a las vedettes enseñando muslo después de toda esta marea puritana que trata de ponerles un burka a las bellas mientras desnuda a las desfavorecidas; cuanto menos depiladas, mejor. En la poca o mucha cantidad de pelo entra en liza el concepto de lo natural, del que beben diversas exaltaciones de la belleza, desde el 'con la cara lavada y recién peiná' de Manolo Escobar hasta algunas celebraciones de la mujer hirsuta en las que el vello era lo político y se promovía como ejemplar el prototipo de la mujer selvática de la izquierda de la izquierda. Digo mujer con perdón porque el hombre de izquierdas sí que podía depilarse y ser, así, cómplice y sororo. Natural se le llamaba a la mujer que luce pelambre corporal y llegamos al quid de la cuestión, según el cual lo más feo es lo más natural, por lo tanto, bueno, y la belleza constituye un constructo que ha oprimido a las señoras por mandato de los hombres: ¿cómo iba a ser cosa de los 'jeans'?
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