después, 'naide'
Oda a los exasesinos
No iremos a comparar a los malvados Abascal o Feijóo, cochinos derechistas conservadores, con unos tipos que tuvieron la amabilidad de dejar de apretar el gatillo
Bildu hace bandera de la memoria, Sánchez calla y el PP estalla: «¡Qué asco!»
Mertxe Aizpurua, portavoz de Bildu en el Congreso
Lo que ha conseguido Sánchez no es que le den la razón a la izquierda abertzale en Euskadi y Navarra, lo que tiene, de por sí, tela. Lo que ha conseguido es que se la den en mi Españita borroquizada y mostrenca en la que ... Ayuso es una asesina y el Carnicero de Mondragón, bueno, un tipo que se equivocó. Alguien que fue demasiado lejos en la defensa de unos ideales que en el fondo eran aceptables. Alguien al que cegó una utopía. Un hombre bueno. ¡Demasiado bueno!
No te digo ya los que dejaron de matar, que las necesidades de poder de Sánchez y el runrún del motor de la caravana del hermano que encendían los guardiaciviles en el patio de La Moncloa para que no se le gastara la batería, convirtieron en santos súbitos. Primero se apareció San Arnaldo, que tiene algo de Olentzero en el caserío de Txillarre, y que inauguró la novísima corte celestial. Trajo de regalo los presupuestos. Es un olentzero de Estado. Ahora en Madrid le rezan a Santa Mertxe Coronada, convertida en heroína de la democracia y da lecciones sobre lo que es tolerable. A su parecer, habría que ilegalizar ciertas concentraciones como la de la Universidad Autónoma de Barcelona hace unos días en las que, según ella, se hace el fascismo. La herencia ancestral del no sanchismo, que al parecer remite a Franco de manera absoluta sin grado posible de separación, inhabilita a la oposición mientras sus socios llevan en sus candidaturas 37 terroristas que son cosa del pasado.
Inhabilita a la oposición mientras sus socios llevan en sus candidaturas 37 terroristas que son cosa del pasado
Da medida de dónde estamos cómo la acción política que nos mataba nos instruye sobre memoria y sobre lo que haga falta. Al sanchismo habrá que agradecerle que Mertxe Aizpurua nos haya hecho la Ley de memoria democrática porque podremos ver, con el paso de los días y el poso que deja la historia, dónde llegamos a cambio de sus votos que nos dejaron roto, además de aquello, el consenso del constitucionalismo.
Uno piensa de pronto cuánto hay que agradecerle a Santa Mertxe y compañía todas las lecciones de democracia sin las que quedaríamos a merced de la cochina derecha y de la ultraderecha entre las que media un espacio político delgado como una anchoa de Lekeitio. En la izquierda, en cambio, hay mares por descubrir con islas tropicales y playas con nombres de héroes bolivarianos en las que beben piñas coladas los nuevos salvadores de España. Cualquier día Sánchez pedirá para ellos el Nobel de la Paz que no le dieron a él por poco. Aizpurua, pequeña y resuelta como una castaña asada, santina abertzale, representa ya un icono de la izquierda pues por encima de todos sus pecados queda el bien que hicieron cuando decidieron apoyar a Sánchez, y esto borra todas sus acciones. Poco importa si desde su periódico señalaba a las víctimas a las que ETA ya no mata, aunque le gustaría. Santa Mertxe sale por una puerta grande que ni la segunda de Morante en Las Ventas a una categoría superior, que es la de gente que estaba en una banda que dejó de matar, esos son los exasesinos, los nuevos ángeles de la democracia. No iremos a comparar a los malvados Abascal o Feijóo, cochinos derechistas conservadores, con unos tipos que tuvieron la amabilidad de dejar de apretar el gatillo y ganaron, gracias siempre al pedrismo, la nobilísima condición de exasesinos, un título que, como es natural, solo se adquiere si se ha matado antes.