siempre amanece
Los jóvenes de Cristo
Estoy con los chicos de Roma, en sus sueños alocados, en la confianza que tienen en el infinito que vive en el seno del hombre
La mayoría social no existe
Cristóbal, el último socialista
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Iniciar sesiónVoy con los chicos del Jubileo de los Jóvenes en Roma, con sus tiendas de campaña, su dormir a la intemperie, la crema solar, las cruces, las banderas de todos los colores y toda su fenomenal esperanza. En la misa de bienvenida en la ... plaza de San Pedro, les dijo el Papa León XIV: «Vosotros sois sal de la tierra, luz del mundo» y lo aclamaron con más entusiasmo que a Taylor Swift. Leo que España ha enviado a la peregrinación a 30.000 jóvenes, el país del que más chicos proceden, después de Italia y muy por delante de otros países. Ahora que nos convencieron de que las iglesias se iban a caer por el efecto que produce sobre las cosas el paso del tiempo, que los católicos irían desapareciendo por la edad de los miembros de su comunidad, y van 30.000 pibes a Roma a corear al Papa, a arrodillarse en la adoración, a vivir la experiencia magnífica de la Fe entre cabezadas que se pegan contra las ventanillas en noches de autobús, sueño y confianza al servicio de Dios. Ya lo dijo San Ignacio de Loyola en su imagen de las dos banderas: «El primer preámbulo es la historia. Será aquí cómo Cristo llama y quiere a todos debajo de su bandera, y Lucifer, al contrario, debajo de la suya».
La iglesia está de moda y lo cierto es que hay gente saliendo, si no de un armario en el que ya no queda nadie, sí de una sacristía demonizada, ridiculizada y sancionada como un lugar de meapilas, beatones y mentecatos. Frente a otras identidades, la elección de Cristo se propone como fruto de la voluntad de uno, esto es como algo que uno elige, a cada día, a cada oración, y los chicos la toman de una manera resistente frente a la hegemonía de manera alegre y desenfadada, a contracorriente del poder político y cultural que se ha ejercido en los últimos años con cierta violencia. Van en contra de lo establecido, ahora que provoca más rezar el rosario que aquellas mozas que orinaban en público en manifestaciones en las calles de Barcelona en no sé qué ejercicio de libertad fisiológica. Van en búsqueda de una verdad ahora que la verdad no existe y lo mismo podríamos convenir en que José Luis Ábalos es una mujer, aunque fuera una mujer trans nacida varón, con perdón, no normativa y por supuesto lesbiana. Paradójicamente, para una parte de la sociedad, aunque no sea mayoritaria, el anticlericalismo ha sido sepultado bajo una montaña de puritanías, 'chochocharlas', señalamientos y otras hierbas podencas que hacen que los chicos hayan tomado un feliz refugio en la Iglesia.
Estoy con los chicos de Roma, en sus sueños alocados, en sus utopías, en la confianza que tienen en el infinito que vive en el seno del hombre, tan cerca y tan lejos de la ecoansiedad y de los augures que nos dicen que lo mejor es que los pibes no nazcan o, a lo peor, se vuelen la tapa de los sesos por los casquetes polares. Los miro y admiro en un viaje de esperanza que no han –hemos– de olvidar nunca.
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