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SIEMPRE AMANECE

Festival por Antoñete: La mañana en que fuimos eternos

Hay tardes de toros como esta que explican todas las demás

Trece años

Chapu Apaolaza

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Estarían dando las once y media –por el anillo ciclista aún corrían por ahí los runners a cinco minutos el kilómetro–, cuando entrábamos en Las Ventas dándonos el aire levísimo de la mañana y los buenos días, como correspondía por la hora. La plaza parecía ... la misma, pero distinta, con una luz más límpida, más clara, con unas nubes lejanísimas sobre las antenas y esos tejados de canción de Sabina, unas nubes de nostalgia y por supuesto de humo de cigarro de Chenel.

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